Todo parecía que terminaría bien para los Denver Nuggets. El 58-38 que reflejaba el marcador a inicios del tercer cuarto era el mejor indicador posible de que el séptimo y último asalto entre los vigentes campeones y los Minnesota Timberwolves acabaría con victoria local. A pesar de caer en los dos primeros partidos disputados en Denver, las cuotas de las apuestas deportivas nba, daban por hecho que los Nuggets sentenciarían la serie ante su público. Sin embargo, todo se desmoronó inesperadamente, dejando a los aficionados y al equipo en estado de shock.
Un inicio prometedor y un colapso inesperado
La primera mitad del partido fue dominada por los Nuggets, con actuaciones estelares de sus estrellas Nikola Jokic y Jamal Murray. Jokic, con su habitual maestría, y Murray, con una precisión casi perfecta, parecían encaminados a asegurar una victoria cómoda.
Sin embargo, a partir del tercer cuarto, la situación cambió drásticamente. Los Timberwolves comenzaron a recortar puntos con una defensa implacable y ataques certeros. Los Nuggets, que habían estado en control total, comenzaron a mostrar signos de fatiga y falta de concentración que permitió a los Timberwolves reducir la diferencia hasta finalmente superarlos.
La falta de profundidad en el banquillo
Uno de los factores clave en la derrota de los Nuggets fue la falta de aportación significativa desde el banquillo. Mientras que Jokic y Murray lograron mantener al equipo en la pelea con sus actuaciones individuales, los jugadores de apoyo no lograron contribuir de manera efectiva. Michael Porter Jr., Kentavious Caldwell-Pope y Aaron Gordon fueron incapaces de aprovechar las oportunidades que les brindaron sus compañeros.
Reacciones postpartido
Tras el partido, el entrenador de los Nuggets, Michael Malone, no ocultó su frustración. En sus declaraciones, expresó su enfado por la pérdida de una ventaja tan considerable y reconoció que el equipo había fallado en momentos clave. Malone defendió el esfuerzo de sus jugadores y destaco el desgaste físico y emocional que enfrentaron a lo largo de la serie.
Por su parte, Nikola Jokic adoptó una postura más reflexiva. Aceptó la derrota con humildad y reconoció el mérito del rival, destacando la calidad y el hambre de victoria de los Timberwolves. El serbio subrayó la necesidad de valorar el haber llegado tan lejos, recordando que no todos los equipos tienen la oportunidad de competir por el campeonato cada año. Sus palabras reflejaron una comprensión profunda de los desafíos de repetir como campeones en una liga tan competitiva.
La remontada histórica de los Timberwolves
La remontada desde una desventaja de 20 puntos se convirtió en la mayor en la historia de los séptimos partidos de playoffs desde la temporada 1997-98. Karl-Anthony Towns, Rudy Gobert y Anthony Edwards fueron determinantes, cada uno contribuyendo en momentos clave para asegurar la victoria.
El entrenador de los Timberwolves Chris Finch, merece un reconocimiento especial por su capacidad estratega durante la serie. Supo cómo motivar a sus jugadores y realizar ajustes tácticos efectivos que desestabilizaron a los Nuggets. Esta victoria rompe una sequía de 20 años para los Timberwolves, quienes no llegaban tan lejos en los playoffs desde la época de Kevin Garnett.