Antes de entrar de lleno a los Juegos de Tokio conoce un poco de la historia del máximo evento deportivo del mundo, y lo que sucedió en Amberes 1920.
Tras no celebrarse los Juegos Olímpicos de Berlín de 1916 por la Primera Guerra Mundial, los Juegos de 1920 se disputaron en la ciudad belga de Amberes en reconocimiento a los daños sufridos por Bélgica durante la contienda.
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El país organizador rechazó la participación de los que habían sido sus enemigos en la guerra y faltaron los deportistas de Alemania, Austria, Hungría, Turquía, Bulgaria, Polonia y la ya Unión Soviética surgida de la revolución bolchevique de 1917.
Mala organización
La mala organización quedó clara por los problemas que hubo con el alojamiento, con las pistas, ya que su rápida construcción y clima tan lluvioso hicieron que se llenasen de baches y agujeros poco antes de la inauguración.
Aunado a la escasa asistencia, pues los belgas no podían gastar el poco dinero que tenían en comprar entradas para asistir a los Juegos.
Los grandes campeones
Finlandia, que antes de la Primera Guerra Mundial había sido Ducado de Rusia, envió a sus atletas y con extraordinario éxito.
Paavo Nurmi ganó tres medallas de oro (10 mil m., 8 mil m. campo a través individual y por equipos) y una de plata (5 mil m.).
Estados Unidos se impuso en el medallero, pero fue el italiano Nello Nadi el deportista más laureado con sus cinco podios en esgrima, en florete individual, florete por equipos, espada por equipos, sable individual y sable por equipos.
La primera participación oficial de España en unos Juegos Olímpicos fue en Amberes 1920.
En ese momento compitieron 67 deportistas que consiguieron dos medallas de plata: una en polo y otra en fútbol, tras eliminar a Suecia.
Amberes supuso también la vuelta a los Juegos Olímpicos de la halterofilia y la disputa de pruebas ciclistas de pista y de carretera.
Buenas intenciones
El belga Víctor Boin leyó por primera vez el juramento olímpico de los deportistas, para evitar conflictos racistas como el de Thorpe de 1912.
“Juramos que tomaremos parte en los Juegos Olímpicos con un espíritu de caballerosidad, por el honor de nuestro país y por la gloria del deporte”.
Estas palabras las lee cada cuatro años un atleta del país organizador y han ido variando a lo largo de las distintas ediciones.
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