El Barcelona confirmó en Múnich que ahora mismo pertenece a la segunda división del fútbol europeo y jugará la Liga Europa tras caer goleado de nuevo ante el Bayern (3-0), que volvió a atropellarle sin piedad en la noche que necesitaba un milagro.
El Bar\u00e7a necesitaba hacer lo que nunca había hecho antes para seguir vivo en la Liga de Campeones: ganar en un escenario como el Allianz Arena, hoy con las gradas vacías por la pandemia.
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Pero su rival, uno de los más en forma del viejo continente, volvió a darle otro durísimo baño de realidad.
La nevada que cayó durante todo el día sobre Múnich y el hecho que Nagelsmann decidiera salir con todo pese a que su equipo estaba ya matemáticamente clasificado como primero de grupo, aún hacía el duelo más épico, la gesta más heroica, y el conjunto azulgrana salió convencido de que, por lo menos, iba a estar a la altura de la grandeza del choque.
Arropado por tres centrales atrás, pero con las líneas adelantas, salió a buscar al Bayern arriba y, en menos de diez minutos, ya había amenazado la meta de Neuer con un disparo desde la frontal de Jordi Alba y la primera internada por la izquierda de Dembélé, cuyo centro no acertaba Dest a rematar dentro del área.
En su segunda aparición, Dembélé disparaba alto tras combinar con Memphis, pero las buenas intenciones del conjunto catalán se fueron diluyendo a medida que su rival fue soltándose en ataque y superando la presión inicial con balones largos para que sus delanteros le ganaran una y otra vez la espalda a la zaga azulgrana.
Davies superaba por banda izquierda en cada duelo a Dest -muy activo en ataque pero errático en el repliegue- y Sané empezaba a parecer entre líneas para llevar la zozobra al cuadro catalán.
Ter Stegen le sacaba el gol de las botas a Lewandoski tras una internada de M\u00fcller desde la izquierda y, Jordi Alba, que había forzado para jugar tras acabar con molestias el partido ante el Betis, no podía más y pedía el cambio antes de la media hora.
Salía Mingueza sin apenas calentar consciente de la papeleta que se le venía encima: parar a Coman por banda derecha. Y el atacante francés lo desbordaba nada más entrar en el campo para poner un centro que Musiala cabeceaba a las manos de Ter Stegen.
Era el segundo aviso bávaro. En la jugada siguiente, Lewandoski encaraba a Piqué y centraba al segundo palo para que M\u00fcller cabeceara el 1-0, a los 34 minutos, ante la pasividad de Mingueza y Lenglet. Y poco después, Ter Stegen se comía un trallazo de Sané desde fuera del área.
El final de la primera mitad frenó la sangría visitante. Pero el Bayern, uno equipo que no sabe dosificarse y que es incapaz de especular, fue a por más tras la reanudación.
En la primera oleada bávara de la segunda mitad, Coman regaló el gol a Sané, que remató a las manos de un Ter Stegen ya batido para perdonar el 3-0.
El Barcelona, que ya sabía que el Benfica estaba ganando con comodidad al Dinamo de Kiev en Lisboa, necesitaba hacerle tres goles al Bayern en 45 minutos.
Y mantuvo el tipo con dignidad en un partido de hombres contras niños, consciente de que no está ahora mismo para hacer milagros, y menos en Europa.