La nadadora mexicana Liliana Ibáñez se colgó el título de máxima figura de los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe al culminar como la deportista más ganadora en Barranquilla con nueve preseas, de las cuales cinco son oros que logró en las pruebas de relevo.
La multimedallista, que se subió al podio en las nueve pruebas en las que participó en el Complejo Acuático Eduardo Movilla, consiguió en su impresionante participación cinco oros, una plata y tres bronces, una cuota importante que elevó a México al primer lugar de las justas.
“Fue un vaivén en el que mentalmente te puedes caer o alzar. El haber seguido en pie hasta la última prueba, me deja muy feliz. Sabía que era una meta muy alta, una responsabilidad muy grande, pero gracias a Dios lo logré”, expresó a Efe Ibáñez.
Para la nadadora, los Centroamericanos representaron “una competencia muy psicológica” que la desafió en ese camino a los Olímpicos de Tokio 2020, donde probablemente culminará su laureada carrera deportiva.
“Nadar 16 pruebas en seis días no fue nada fácil, pero tuve las personas adecuadas junto a mí. Felicito a mis compañeros porque sin ellos no hubiera sido posible”, enunció la estrella de las justas.
Agregó que “el esfuerzo que hay detrás de una medalla es gigante. Esto son millones de horas de trabajo porque he nadado por 25 años”.
Ibáñez, de 27 años, dijo que no “menosprecia” a ningún atleta y no se siente “mejor que ellos” después de colgarse nueve medallas, pues valora el esfuerzo de que cada uno “haya ganado medallas o no”.
“El simple hecho de estar aquí es impresionante por representar a tu país”, agregó la azteca, que fue primera en las pruebas de 4x100m relevo combinado femenino, 4x100m relevo combinado mixto, 4x100m relevo libre femenino, 4x100m relevo libre mixto y 4x200m relevo libre femenino.
Además, terminó segunda en 50m libre y obtuvo los bronces en 100 y 200m libre y 50m mariposa.
La deportista disfrutó hacer un recuento de lo conseguido en Barranquilla al evocar que en muchas de las pruebas se sintió al límite y vivió duelos vibrantes como el protagonizado con la colombiana Isabella Arcilla, que se llevó ocho medallas, cuatro de ellas de oro.
“Cada prueba fue peleada. Me pude haber quedado fuera del podio en cuatro de las nueve. Y pude haber ganado solo dos de las nueve. Ahí hay un balance muy padre. Por ejemplo, Isabella (Arcila) me sacó el toque en el 50 y el 100 libre, pero yo también le saqué el toque a las mariposistas y en el 200 libre”, contó a Efe Ibáñez.
Pese a que cada una de sus medallas tiene un significado especial, la mexicana tiene particular debilidad por la de plata, por encima incluso de esos oros que la catapultaron como la gran figura de las justas.
“Vale muchísimo porque el 50 libre es mi prueba favorita y en la que tengo la marca A olímpica. La verdad es que venía a cinco días de competencia, y pararme y hacer mi mejor tiempo en mi prueba favorita, no tiene precio”, declaró.
Del papel de México en natación, con 43 medallas, entre ellas 15 de oro, manifestó que hubo “un equipazo detrás de todo esto” y soltó con euforia un: “¡somos grandes, somos luchones!”.
Sin embargo, hizo un reconocimiento a los otros deportistas con los que compitió, pues considera que comparten con los mexicanos “una perseverancia fuerte”.
“Cuando volteo al podio y veo a Venezuela, veo a Colombia, siento que son mis hermanos. México hizo un gran trabajo, pero también otros países que trajeron gente muy joven”, expresó la nadadora nacida en Celaya.
Por último, la reina del certamen admitió que Barranquilla se quedó con un lugar especial en su corazón por sus resultados y la calidez de la gente.
“Ojalá hicieran el selectivo a Tokio en Barranquilla. Tienen una piscina rapidísima y preciosa. No me puedo quejar. Hice los mejores tiempos de mi vida”, finalizó la multimedallista y reina de estas justas.