La contratación en un equipo de la segunda división brasileña del arquero Bruno Fernandes, pocos días después de salir de prisión, donde pasó más de seis años acusado de asesinato, generó polémica en Brasil, mientras patrocinadores e hinchas retiran el apoyo al club por su decisión.
El equipo Boa Esporte, que acaba de subir a la segunda división del campeonato brasileño de futbol, anunció hace unos días la contratación por dos años de Bruno Fernandes, ex arquero del Flamengo (uno de los equipos más importantes de Brasil) condenado en 2013 a 22 años y tres meses de cárcel por asesinar a su ex amante, Eliza Samudio, con quien tuvo un hijo.
Fernandes ingresó en prisión preventivamente en 2010, cuando tenía 25 años y desarrollaba una prometedora carrera como arquero en el Flamengo, por participar en el asesinato de Samudio, cuyo cuerpo jamás fue encontrado, ya que el portero confesó fue descuartizado por los autores materiales del crimen y devorado por perros.
El portero recurrió a la sentencia en primera instancia, y a finales de febrero el Supremo Tribunal Federal (STF) aceptó la petición de los abogados del futbolista para poder salir en libertad provisional mientras espera una condena en firme.
Su salida de prisión –muy mediatizada por la prensa- y su contratación por parte del Boa Esporte, equipo del estado de Minas Gerais, provocaron una oleada de indignación en Brasil, país con el quinto mayor número de feminicidios del planeta.
El jugador fue presentado la víspera por la noche por el equipo, que ha perdido a todos sus patrocinadores en la última semana como consecuencia de su contratación.
“Estoy muy feliz por la oportunidad. Estoy preparándome hace años. Las personas huyen de mí por lo que pasó en el pasado”, admitió anoche el portero, en una tensa conferencia de prensa en la que rechazó responder varias preguntas.