La Ciudad de México tiene diversos monumentos y símbolos que la representan; entre ellos, las palmeras, también llamadas palmas, constituyen uno de sus elementos naturales más emblemáticos.
La mayoría de estas plantas llegaron a nuestra capital en la década de 1950. Según algunas anécdotas de esos años, cuando el Presidente Miguel Alemán visitó la ciudad de los Ángeles, California, quedó fascinado por sus calles sembradas de palmeras, así que pidió al regente de aquel momento, Fernando Casas Alemán, que se plantaran en varias zonas como parte del estilo urbanístico con el cual quería transformar la urbe.
De esta forma, colonias como Lindavista, Álamos, Narvarte, Polanco, Anzures y Lomas de Chapultepec empezaron a albergar a estas especies vegetales en sus principales avenidas y camellones.
La medida se tomo además por las ventajas que representan estas plantas, las cuales se han adaptado al clima de la ciudad, son muy longevas, sus raíces no dañan las banquetas y tuberías subterráneas, no requieren demasiados cuidados y no obstruyen la vista de los edificios.
Si bien las palmeras, como ya hemos mencionado, resultan una insignia de ciertas zonas de la ciudad, no cabe duda de que la más famosa se ubica en la tercera glorieta del Paseo de la Reforma, donde inicia la calle de Niza. Ésta se mantiene en pie desde hace más de cien años y es la única que sobrevive de varias que se sembraron junto a ella, gracias al cuidado y limpieza que regularmente se le dan.
Sin embargo, a diferencia de esta célebre Palma, muchas otras están hoy sufriendo una grave crisis, debido a que se han infectado con bacterias y hongos patógenos que les están ocasionando un grave debilitamiento e incluso la muerte.
El registro de la presencia de al menos dos de las especies de hongo que están atacando a las palmas es relativamente reciente y parece estar asociado al aumento de las temperaturas debido al cambio climático; ya que antes sólo se habían observado en zonas costeras.
Esta crisis infecciosa también se ve agravada por el hecho de que las palmeras son especies introducidas, que no cuentan con aliados naturales que las defiendan contra estos enemigos microbianos.
Dado que no hay muchas alternativas para tratar a los ejemplares infectados, el gobierno de la ciudad ha optado por remplazarlos por nuevos ejemplares o por otras especies.
Esto puede contribuir a reducir el problema; sin embargo, se requieren medidas adicionales para proteger a estas maravillosas plantas. Por ello, es necesario no quitar el dedo del renglón e insistir en la importancia de proteger a estos valiosos emblemas vivientes de nuestra ciudad.