'Yo no pienso si voy a vivir o morir, no me da miedo la pandemia'

Ansiedad, anhelo, desesperación, reflexión, esfuerzo… los sentimientos que genera el “encierro” en decenas personas, esta es la historia Luis Antonio.

Luis es una de las tantas personas que vio afectado por la cuarentena, su historia forma parte de la desigualdad que se vive en México
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"Vendo tacos de oreja, trompa, maciza, chamorro, cuero, lengua, nana, buche, pero los preferidos de la gente son los de maciza" \u2026

Me levanto a las cinco de la mañana, voy al baño, me lavo los dientes, empiezo a cambiarme, trato de no hacer ruido para no despertar a mi hija, porque con cualquier movimiento se levanta, ahorita no tengo mochila, utilizo un bolso de mi esposa para llevarme mis cosas, por lo mismo que no ha habido dinero para comprarme una, en ese bolso me llevo comida y mi agua, le doy un beso a mi esposa y parto a mi trabajo.

Soy Luis Antonio y vivo en Cuautepec, cerca del Reclusorio Norte, mientras voy caminando el frío y el viento caen en mi rostro, está sola la calle, no hay gente, llego al RTP y hay personas esperando, algunos no traen cubrebocas, se supone que dentro del camión solo debe haber personas sentadas por las medidas de sana distancia, pero los choferes no hacen nada, suben, suben y el camión termina lleno.

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Una vez sentado, trato de echarme una pestañita en lo que llego al Metro "La Raza" o "Politécnico". Según donde me quiera bajar, ambas estaciones me llevan a mi destino. Al llegar compro mi boleto y me subo al Metro, va vacío, más de lo normal, pero no siento miedo, la gente va como si nada, todos se ponen el cubrebocas para que no les digan nada al entrar, pero adentro se lo quitan, me cuido y solo espero llegar a la estación.

Historias en cuarentena
Luis es una de las tantas personas que vio afectado por la cuarentena, su historia forma parte de la desigualdad que se vive en México

Si tengo que ir a adquirir carne para preparar los tacos, en el trayecto ya voy pensando qué voy a comprar, sobre todo saber cómo le haré, para sacarle más a lo que voy a comprar, por que no sé si haya venta, la carne la compro en canal de San Juan, ahí están todos los carniceros con cubrebocas por el Covid-19, la gente anda comprando verdura, platico con los vendedores y me dicen que "está flojo, que no hay casi venta". Cuando me despachan me cargo el bulto de carne en mi hombro y voy caminando hasta Calzada Zaragoza y ahí le compro la verdura a \u2018Juanito\u2019, a quien tengo años de conocerlo, cotorreamos un ratito y le digo: "ahí nos vemos, antes te decía nos vemos mañana, ahora te digo a ver cuándo nos vemos, a ver si mañana o pasado porque no se si van a estar bien las ventas".

Yo no pienso si vaya a vivir o morir, no me da miedo la pandemia, siento que si me da soy de los que me voy a recuperar, tengo que trabajar porque no tengo otra forma de ganarme el sustento, agarro el camión y me voy a Gómez Farías, saco el puesto y lo pongo en la calle Establecimientos Fabriles, esquina con Trabajo y Previsión Social, cerca de la Terminal 2 del Aeropuerto.

Pongo la carpa, luego la mesa, pongo mi carro, echo la manteca, prendo la lumbre, empiezo a picar todo, si pasa gente me dice: "Buenos días, ¿ya a darle o qué?", "¡Qué te vaya bien!" "Al ratito paso por unos taquitos", pero no hay la misma gente de siempre, todo está solo, yo tenía muchos clientes que iban al Aeropuerto, trabajadores de Uber, taxistas, choferes, guardaespaldas, hasta pilotos o aeromozas, extranjeros que los taxistas del Aeropuerto los llevaban a comer, pero ya nada de eso, la misma gente de la colonia es la que me compra.

Trato de hacer los mejores tacos, compro la carne de mejor calidad, los preparo con amor, le pongo manteca al cazo, sigue el secreto que no se puede decir, mientras se cose la carne, hago las salsas, roja y verde, picó la carne y la cebolla, la salsa roja es la preferida de mi clientela, ni el Covid-19 evita que yo trabaje con amor para la gente, las carnitas no son estilo Michoacán, son estilo propio, inculcado por mi papá que llevaba más de 30 años vendiendo carnitas, falleció y me tuve que quedar al frente de este negocio, eran tiempos de gloria, ahorita apenas y para comer.

De un 100% que yo vendía, estoy vendiendo un 35%, no me alcanza, tengo que pagar la renta de mi casa, la renta de mi local, teléfono, luz, internet, el gasto de la leche, pañales para mi hija, me veo limitado hasta para comprarme una mochila; antes salíamos íbamos al cine, a cenar, ahorita nada de eso, a parte de que está todo cerrado, aunque ahorita estuviera abierto con esta venta no nos alcanzaría, estoy sentado esperando a que llegue alguien a comprarme, yo vivo de lo que me compra la colonia.

Cuando estoy sentado esperando a que alguien llegue a comprarme veo a los perros pasar, como cantan los pajaritos, y uno que otro grito en las casas cercanas, esta pandemia exhibe todo, los que vienen a comprar que dicen que conocían a una persona y qué de repente le dolía el pecho, que no podía respirar lo llevaron al hospital y ahí murió, también me cuentan que dos moto-taxistas murieron, yo no conozco casos, pero sí hay muchos rumores y por eso la gente no sale.

En medio de la soledad quito mi local, lo llevo a guardar a la colonia "4 árboles", que es la colonia vecina de aquí, de regreso a mi casa me cuido, en el Metro trato de no acercarme mucho a la gente por mi esposa y mi hija, siempre me lavo las manos con agua, jabón y clarasol antes de retirarme y traigo siempre puesto mi cubrebocas, al llegar a mi casa llego inmediatamente a bañarme y pongo mi ropa aparte.

El virus sí existe, pero la economía se necesita reactivar, me afecta mucho, tengo dos bocas que mantener, va a llegar el día en que no puedan alargarlo más, el país no lo aguanta, será inevitable el contagio porque ‘hay mucha gente a la que le vale madres y no trae cubrebocas, yo cumplo con cuidarme’.

Aquellos que critican y te dicen quédate en casa son porque no viven en carne propia lo que uno vive, piensa y lo que uno necesita, ellos como tienen un sueldo seguro pues nada más dicen quiero salir porque ya me aburrí, pero no ven la necesidad de mantener a una hija de 1 año y medio, mi niña Aylin".

Más de la mitad de la población ocupada en México, cerca de 31 millones de personas, se encuentran trabajando en la informalidad laboral, revela el INEGI y de acuerdo con el CONEVAL, 37% de las personas trabajadoras no puede costear la canasta alimentaria con sus ingresos laborales.

Luis es una de las tantas personas en México se que ve afectado por la cuarentena, su historia forma parte de la terrible desigualdad que se vive en el país y cómo dice la doctora en Sociología Marianne Braig del Instituto Latinoamérica de la Universidad Libre de Berlín en entrevista con el portal DW: "en México más de la mitad de la población económicamente activa vive del sector informal, los adultos jóvenes y adolescentes representan más del 60% de ese sector. Viven del servicio, del comercio en la calle, en donde tienen una interacción directa con su cliente, cuando éste ya no llega, hay una falta de ingreso muy grave".