Un lugar común para la realidad

Ansiedad, anhelo, desesperación, reflexión, esfuerzo… los sentimientos que genera el “encierro” en decenas personas, esta es la historia de Sofía.

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Por: Berenice Aburto Montalvo

Historia de Sofía:

Nuevamente tú, reapareces fastidiosa como un sutil murmullo que se implanta en medio de la habitación; con tu cara llena de desdicha y desolación, tu cuerpo delgado seco y afilado me observa sesgadamente como si no quisieras verme al igual que yo no deseo mirarte. No quiero despertar porque sé que te encontraré, claro que sí, te encontraré en el mismo lugar.

No siempre te has visto así, tu imagen ha cambiado, me doy cuenta cuando dejas de mostrarte por mucho tiempo, cambiaste lo suficiente como para dejar de reconocerte, pero siempre hay algo que te identifica: tu mirada que inexplicablemente me eriza la piel, no sé cómo lo haces pero lo consigues, haces que me desarme nuevamente con tu mirada fija en mí y ni siquiera puedo sostenerla.

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Recuerdo verte corpulenta hace algunos años, tu piel blanca reflejaba cierto brillo que me parecía desagradable y proyectabas poco carácter sinceramente. Es verdad que eras voluminosa sin embargo te mirabas pequeña, aunque no por eso dejabas de hacerme menos daño. Tu rostro, tus brazos y tus piernas demostraban descuido, tu cuerpo desnudo no lo olvidé así como tampoco olvidaré la imagen que veo de ti hoy.

Desde que te encuentras conmigo te has empeñado a despertarme por las noches, no me dejas dormir ni estar despierta, el inquietarme sin siquiera decir o hacer nada, tu simple presencia es suficiente para paralizarme, lo sabes. Cuando me tienes acorralada puedo oír tus risas, intentas esconderlas pero no puedes contenerte, agradezco un poco de empatía al final del día.

Te ríes de mi supuesta "vida sana" cuando intento llevarme a la boca cualquier cosa, intentas persuadirme y en momentos lo logras cuando mi necesidad de dejar de escucharte puede más que mi voluntad. El encierro vulnera mi juicio, mis decisiones, mi ánimo, te aprovechas de ello y parece que lo disfrutas, casi lo disfrutas porque sé que a ti también te atormenta.

Regresaste hace un par de semanas, encontraste el momento justo para el encuentro; hora, lugar y fecha para que te acepte sin reclamos, no puedo decirte que no, no puedo rechazar tu visita porque una parte de mi te llamó sin darme cuenta. Te necesito ¿o no?, no distingo el momento en el que te desvaneces, no noté como te fuiste la última vez, me sentí vacía pero libre, pese a que la libertad me da miedo.

Sofía encontró una manera de darle vida a su ansiedad, desde pequeña siempre la asoció a su experiencia y quizá con su apariencia exagerando las imágenes. La visualización distorsionada de sí misma llegó a fundar la apariencia de este personaje en dos etapas distintas de su vida, convirtiéndola en un huésped que se alojó en sus pensamientos sin previo aviso.

De acuerdo con un boletín lanzado en 2017 por la coordinación de comunicación social de Senado de la República, en México el 14.3 por ciento de la población sufre de trastorno de ansiedad generalizada (TAG). Aunque se desconocen las causas que lo provocan se puede identificar por una alta preocupación proveniente de distintos factores de la vida social que derivan problemas de salud, estrés e inquietud.

La incertidumbre que en estos últimos meses ha propiciado la pandemia en nuestro país es motivo para desencadenar múltiples trastornos generalizados en la población que de manera cotidiana no ocurrirían. La estabilidad emocional de las personas es crucial para resistir el resguardo que se pide en estos momentos.

Algunas recomendaciones por los expertos son regular el consumo de cafeína, llevar una dieta balanceada, tomar agua suficiente y mantener contacto con otras personas para generar confianza y empatía. Otra forma de conservar la calma es consultar medios de comunicación oficiales que brinden datos reales para evitar desinformación, y mantenerse al tanto de la situación que acontece para no caer en pánico.

En la mayoría de estos casos no es necesario la medicación, con simples modificaciones en los hábitos alimenticios y una constante interacción con amigos y familiares por medio de mensajes, llamadas o video llamadas es suficiente para aminorar los efectos que esta enfermedad produce.