BURRHUS FREDERIC SKINNER

Suerte según la ciencia

De acuerdo con la ciencia, no existe ni la buena ni la mala suerte. Los que creen en ello se llaman supersticiosos. Existe un campo de investigación que demuestra lo que es la superstición y la consecuencia negativa de creer en la buena o mala suerte

Joven emocionada con los dedos cruzados para tener suerte - Ilustración
Joven emocionada con los dedos cruzados para tener suerte - IlustraciónCréditos: Foto por FabrikaPhoto para elements.envato
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Suerte según la ciencia

El otro día me contaron una historia sobre dos amigas. A una de ellas le iba absolutamente bien en la vida: tenía una familia amorosa, un esposo entregado, una hija feliz y realizada. Ella misma era talentosa en su trabajo y si hacían un sorteo, lo ganaba siempre.

La otra amiga, por el contrario, era algo desafortunada. Su familia estaba desintegrada. Si en el trabajo hacían recorte, siempre le tocaba a ella. En fin, pasaba de una desgracia a otra. ¿Será que existen las personas con suerte o buena estrella? ¿Habrá magia, un don misterioso o talento en ellas? ¿Por qué tienen siempre todo lo bueno?

De acuerdo con la ciencia, no existe ni la buena ni la mala suerte. Los que creen en ello se llaman supersticiosos. Existe un campo de investigación que demuestra lo que es la superstición y la consecuencia negativa de creer en la buena o mala suerte.

Hay un experimento muy interesante al respecto, el psicólogo Burrhus Frederic Skinner suministraba comida a unas palomas cada quince segundos. Después de un rato, las palomas comenzaron a comportarse de manera extraña, es decir, daban vueltas en la jaula, estiraban el cuello innecesariamente, subían y bajaban su cabeza. Adquirieron hábitos innecesarios. Ninguno de estos movimientos tenía efecto alguno porque el alimento se les daba, con rigor, cada quince segundos y sin importar qué hicieran en ese momento. Burrhus entonces se dio cuenta que se comportaban como si sus acciones hicieran aparecer la comida, es decir, se volvieron supersticiosas.

La primera vez que llegó el alimento, las palomas hacían algo. Si llegaba mientras movía la cabeza de arriba hacia abajo, claro, repetían esta respuesta con insistencia. La segunda aparición de la comida reforzaba aún más su movimiento.

Skinner asumió entonces, que la conducta supersticiosa es el producto de una recompensa coincidente.  

Imagínate que caminas rumbo al super y de pronto encuentras una flor amarilla. Minutos después encuentras un billete de 500. Estoy segura de que estarás muy atento a las flores amarillas de ahí en adelante porque puedes creer que te traen buena suerte.

La superstición es entonces, el deseo que tenemos de controlar la incertidumbre que nos genera lo desconocido, así como sus principales peligros. Si vas en el coche y de pronto ves un asalto a mano armada y te pones a rezar y ves que el hombre se aleja sin siquiera mirarte, entonces insistirás que te salvaste por el rezo… no importa que te hayas salvado por cuestiones distintas, tu atribuirás tu suerte a la relación con algún ritual que hiciste e ignorarás que quizá el automovilista al frente tuyo también rezó, por ejemplo.

Por otro lado, somos responsables de casi todo lo que nos acontece. La buena o mala suerte es la consecuencia, per se, de una serie de decisiones y elecciones que hacemos, ya sea en el trabajo, en el amor, en los negocios. No es el azar ni la buena o mala suerte.

Un buen amigo me decía: cuando yo conozco a alguien que se queja por algo, lo escucho. Si después de un par de veces la queja continúa y veo que no hace nada por cambiar su situación, entonces me alejo de esa persona.

Si estamos frustrados en el trabajo y no somos capaces de plantear un cambio, si en nuestra familia hay pleitos que nos afectan y no nos animamos a liberarnos de ella, si no nos atrevemos a hacer cambios por temor, la culpa no debemos atribuírsela a la mala suerte. Somos responsables de todo lo que nos acontece.

Mamá y niña lanzando monedas en la Fontana de Trevi, Roma, Italia / Ilustración / Foto por travnikovstudio para elements.envato