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Portarse mal con uno mismo

Si amar significa querer el bien, amar a alguien es querer su desarrollo pleno. Amarme a mí mismo es entonces procurar mi propio bien, mi armonía interior, la armonía en este sentido es la actividad del amor

Hombre sentado en banca / Ilustración
Hombre sentado en banca / IlustraciónCréditos: Pixabay
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04 Jul 23 - Portarse mal con uno mismo

El de ese día fue un ejercicio muy revelador. ¿Qué es amarte a ti mismo y cómo lo pones en práctica? Fueron las preguntas del doctor Robert Holden, las teníamos que responder en parejas durante 10 minutos mientras uno hablaba, el otro se dedicaba a escuchar para después invertir los papeles. Nunca me lo había preguntado y te invito, queridos radioescuchas, que lo hagas.

Al principio 10 minutos te parecerán eternos, sobre todo si en realidad nunca has pensado en lo que es amor a mí mismo. Al menos yo no supe por dónde empezar. Sin embargo, la pregunta me abrió una gran cortina en la conciencia, después de mencionar hacer ejercicio, alimentarme y dormir bien, comer chocolate oscuro ya no sabía qué decir.

Y si bien esos aspectos son saludables, ni siquiera se acercan a lo que significa tener un verdadero amor por uno mismo.
A decir de Holden, el amor por uno mismo no es un verbo, es mucho más profundo que eso. No se trata de lo que haces por ti, sino de la esencia de tu ser.

Si amar significa querer el bien, amar a alguien es querer su desarrollo pleno. Amarme a mí mismo es entonces procurar mi propio bien, mi armonía interior, la armonía en este sentido es la actividad del amor, es decir, la integridad del ser, al pensar, sentir y actuar, lo cual lleva la propia tranquilidad y plenitud. En el fondo, esto es lo que todos buscamos.

Sin embargo, tenemos muchas formas de sabotear la armonía. La mayoría de las veces lo hacemos de manera inconsciente. Por ello, nos ayuda a traer al consciente algunas de esas conductas y observarnos a distancia para tratar de cambiarlas. De acuerdo con el eneagrama, hay varias formas de portarse mal con uno mismo.

Número uno cuando vivo un excesivo autocontrol y busco perfección en todo, tanto en mí mismo como en el mundo que me rodea. Como eso es imposible, me juzgo y criticó severamente, así como a las demás.

Segundo. Suelo estar pendiente de las necesidades y deseos de los otros y no de las mías. ¿Con la esperanza de obtener algo a cambio, casi siempre, cariño, aceptación o aprobación?

Tercero, trabajo, trabajo, trabajo vivo de prisa, pendiente del reloj y de la agenda. Ignoro a la familia y el tiempo de descanso con tal de llegar a la meta.

Cuarto mi atención se enfoca sólo en aquello que me falta, tiendo a ver lo negativo en lo que está cerca y lo positivo en lo que está lejos. Emocionalmente busco estar en los extremos, el camino medio me aburre.

Cinco. Me aíslo de los otros y de mis propios sentimientos. Puedo estar físicamente presente, pero mi mente está en otro lado, me escondo detrás de una pose y me refugio en el conocimiento.

Seis. No confío en los otros, vivo en la duda y el miedo por mi seguridad y la de los míos, imagino el peor de los escenarios y para sentirme mejor vigilo y trato de controlar todo.

Siete. Busco opciones, oportunidades y aventuras, pero con el afán de huir de mis limitaciones o de aquello que me duele.
Y entre más estresado estoy más, busco la superficialidad.

Ocho. Busco dominar y controlar el espacio, las cosas y a las personas a como dé lugar para proteger mi vulnerabilidad. Este exceso me aleja de las personas y de mí mismo.

Y por último, el nueve mi atención se va a lo secundario, a lo no esencial, para evitar la incomodidad y así para evitar el conflicto, sigo a los demás, no expreso lo que siento y escondo la rabia incluso ante mí.

Bien puede decirse que practicar cualquiera de estas formas de maltrato a uno mismo es una manera de no amarse. Dice Holden que amarse a uno mismo es, en esencia, una actitud amorosa, de la cual surge un beneficio para mí y para los demás.
 

Hombre acostado en piso / Ilustración / Foto de Matthew Osborn en Unsplash