EMPATÍA

Ecpatía

La ecpatía es como una estrategia de equilibrio a través de la que nos podemos proteger a nosotros mismos de la fatiga que da la empatía en un nivel potenciado,

Mujer apoyando la cabeza en otra persona / Ilustración
Mujer apoyando la cabeza en otra persona / IlustraciónCréditos: Foto de Külli Kittus en Unsplash
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11 May 23 - Ecpatía

Hemos escuchado hablar mucho de la empatía, como una característica que se refiere a la participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en torno a los sentimientos y emociones. Sin embargo, también existe el síndrome de hiper empatía, cuando una persona con exceso de empatía absorbe y se apropia de cada emoción que vibra en su entorno.

Hoy quiero compartir contigo un término novedoso que hace alusión a la estrategia de equilibrio establecida para protegerte de este exceso empático: te hablo de la ecpatía.  

La ecpatía no es lo contrario a la empatía, es decir, no debe confundirse con antipatía, sino más bien considerarla un complemento esencial de la empatía. 

El término fue propuesto en 2005 por el doctor en psiquiatría José Luis González. Viene de la raíz griega ek. Patheia, es decir, sentir afuera y se refiere a el proceso consciente de separarnos de los sentimientos y las circunstancias de la otra persona. José Luis González la define como un proceso mental voluntario de percepción y exclusión de sentimientos y actitudes inducidas por otro. Con las técnicas ecpáticas, se procura la regulación del nivel empático hacia el entorno, de tal manera que la habilidad de escuchar y apoyar a las demás personas no se torne un exceso y genere desgaste.

Así pues, la ecpatía es como una estrategia de equilibrio a través de la que nos podemos proteger a nosotros mismos de la fatiga que da la empatía en un nivel potenciado, es decir, esa empatía en la que nos concentramos tanto en las emociones del otro que no tomamos en cuenta las nuestras. Podemos ser empáticos y ecpáticos al mismos tiempo, es más, es necesario que así sea; como decía Aristóteles, la virtud está en el punto medio.

Ser ecpático no es ser indiferente, ni tampoco ignorar lo que le sucede a la otra persona. Su objetivo principal es aprender a separar las cargas y entender en qué momento no nos pertenecen. No es una condición egoísta, aunque algunos pretenden definirla de esta manera; es, más bien, un equilibrio en nuestras interacciones sociales, la manera de conseguir una empatía mucho más saludable. La ecpatía se divide en dos categorías principales; por un lado, aquella que nos sirve para protegernos de los demás y por el otro, la que nos permite dar una respuesta adecuada a las emociones del otro.

En el caso de la manipulación, tanto directa o indirecta, la ecpatía juega un papel muy importante, ya que a través de esta ver la realidad de las cosas y entender que se trata de una manipulación. La ecpatía nos permite salirnos de ese plano y nos coloca en un lugar diferente desde donde podemos permanecer centrados y serenos a fin de dar una respuesta adecuada al sufrimiento ajeno. 

Aunque esto puede sonar muy lógico, ¿cuántas veces nos hemos dejado llevar por lo que experimentan las personas que nos rodean, tanto así que incluso hemos enfermado por el agobio que esto nos genera?

Podemos trabajar nuestra capacidad ecpática al desarrollar un pleno conocimiento de nosotros mismos, de nuestras limitaciones y vulnerabilidades, pero, sobre todo, entender que solo de esta manera, a través de la regulación de nuestras emociones, es como más empáticos podemos ser y de esta forma, ayudar mejor a quienes nos rodean. Primero estás tú.

Manos / Ilustración / Foto de Toa Heftiba en Unsplash