VIAJES

Los Charcos del placer I

¿Alguna vez has experimentado la emoción de haberte comprado un reloj, una prenda de vestir o lo que sea, la cual una vez que estrenas y guardas el objeto, esa ilusión se desvanece en la oscuridad del closet o el cajón?

Mujer observando ropa / Ilustración
Mujer observando ropa / IlustraciónCréditos: Foto de Arturo Rey en Unsplash
Escrito en PODCAST el

Audio relacionado

Su navegador no soporta la reproducción de audio por HTML 5
Los Charcos del placer I - 05 Dic 23

¿Sabes lo que dice la ciencia acerca de cómo gastar ese dinero que tanto trabajo te cuesta ganar, de manera que te proporcione mayores réditos en términos de felicidad?

Bueno, imagina que es tu cumpleaños y de regalo te dan elegir entre no un iPhone o un día libre para que te vayas de excursión a una montaña cercana. ¿Qué preferirías?

Lo más probable es que tu mente te lleve a pensar que poseer algo que puedes ver, tocar, sentir y utilizar durante un largo tiempo sea la mejor opción y que la felicidad de tenerlo te durará tanto como el objeto, ¿cierto?

El Dr Thonos Gilovich, profesor de psicología de Cornell University, llegó una poderosa y contundente conclusión, después de 20 años de estudio, no gastes tu dinero en cosas.

La paradoja de las posesiones es que creemos que la felicidad que proporcionan durará tanto como el objeto. Sin embargo, se esfuma de inmediato.

¿Alguna vez has experimentado la emoción de haberte comprado un reloj, una prenda de vestir o lo que sea, la cual una vez que estrenas y guardas el objeto, esa ilusión se desvanece en la oscuridad del closet o el cajón?

Gilovich nos dan tres razones por las cuales sucede lo anterior:

  1. Nos acostumbramos a las nuevas posesiones. Lo que en un momento fue novedad y nos daba ilusión, rápidamente se vuelve algo cotidiano. Uno de los enemigos de la felicidad es la adaptación, comenta Gilovich y agrega: “compramos cosas para ser felices y lo logramos, pero solo por un rato, las cosas nuevas nos dan ilusión, pero enseguida nos adaptamos”.
  2. Elevamos la barra de manera constante, nuevas compras nos llevan a nuevas expectativas una vez que nos acostumbramos a la nueva posición, buscamos otra aún mejor y es así como nos inscribimos en una carrera sin fin liderada por el ego.
  3. Por naturaleza tendemos a la comparación, se aplica aquel viejo dicho de: “el pasto, siempre es más verde del otro lado de la barda”. Compras un nuevo coche y estás feliz hasta que el vecino se compra uno mejor y si de algo podemos estar seguros, es de que siempre habrá alguien, con lo que sea, mejor que lo tuyo.

Gilovich y otros investigadores, como la doctora Elizabeth Dunn de la Universidad de British Columbia, llegaron a la conclusión de que las experiencias tan pasajeras como son nos proporcionan una felicidad mucho más duradera que las cosas materiales. Aquí la primera de las razones:

  1. La experiencia forma parte de nuestra identidad. Cuando te vas de este mundo ¿Cuánto importa tu cuenta bancaria o la colección de relojes que tienes? En cambio, los viajes, los conciertos, los momentos entre amigos y familia forman parte de ti, de tu identidad y te los llevas en el corazón. No cabe duda de que somos la suma de nuestras experiencias, no de nuestros objetos

Ese iPhone no cambiará quién eres ¿Tú crees que a tu esencia le importa?

En cambio, una excursión en la naturaleza con toda la belleza que puede ofrecerte formará parte de ti, de tu alma, por lo que es probable que sí lo haga.

Nuestras experiencias conforman una parte mucho mayor de nosotros que nuestras cosas materiales, afirma Gilovich.

Me gusta el nombre que la doctora don le ha dado a la felicidad que proviene de las cosas, ella los llama “charcos de felicidad” porque nos emocionan un instante, pero se evaporan tan rápido y nos dejan deseando más.

Para finalizar, considera el valor que le darías a esos momentos de convivencia en la naturaleza, ya sea en soledad, compartidos con un buen amigo o con tu hijo.

Ese es el gran valor de los recuerdos de la memoria por el que habría que dedicar mayor tiempo de nuestra vida a fabricarlos más.

Continuaremos con las siguientes razones en otra ocasión.

Mujer observando el paisaje / Ilustración / Pixabay