OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

La nueva casta de la Democracia

Hablemos de democracia y cómo se ha visto a los largo de los años.

La cultura democrática pasó de los clubes a los socios.
La cultura democrática pasó de los clubes a los socios.Créditos: Cuartoscuro
Escrito en OPINIÓN el

El México del siglo XX es el de la construcción democrática porfirista, es decir, la política de líderes. Nacidos todos ellos por sistemas de clubes: los Científicos, los antirreleccionistas, los carrancistas, los revolucionarios, los comunistas, los callistas, los cardenistas, los alemanistas (duraron 70 años en el poder); los foxistas, todos ellos legitimados por su casta, su apellido, su origen, su destino, sus complicidades, ganadas en la ideología del privilegio, el triunfo de su sangre y abolengo.

El país les pertenece, y desde esa posesión, dictaron las leyes para los otros, los privilegios para los suyos, amasaron riquezas, definieron los medios y sus logros a prueba de su fidelidad del linaje y la resistencia al sometimiento del anónimo, del desposeído, del inferior, de aquel sin club ni casta. La política y la democracia hecha a fuerza de los líderes a su imagen y semejanza.

En este siglo XXI, la cultura democrática pasó de los clubes a los socios: los calderonistas, los mirreyes, los chuchos, los obradoristas, los xochitlovers, los alitos. Es decir, en nuestro país ­como en muchas latitudes de América Latina lo que llamamos “Democracia” es el resultado de la clase política: es decir,  élites formadas, reconocidas, legitimadas, autonombradas por sus cercanías y sus herencias, su linaje construido a fuerza de sus relaciones de poder a la usanza novohispana de las castas. Orgullosos se llaman: La Clase política, las Alianzas y los grupos sociales (los socios).

No por nada Vargas Llosa define nuestra política mexicana como una dictadura perfecta; que hoy se descontrola porque la antigua dinastía del club posrevolucionario se ha ido al otro extremo de la nueva élite del poder. Una nueva casta define los clubes, cambio generacional de los linajes. Su descendencia se dispersa porque el centro del poder ya no es el poder por sí mismo, sino el nuevo séquito de legitimidad de su estirpe con nuevos miembros, sin apellido histórico, sin las fidelidades pasas, con nuevos jugadores. Y el viejo sistema de clubes, la antigua casta de la Clase Política y los suyos, resisten a su desligitimidad, al rostro público, mostrándoles sus abusos, inequidades, mezquindades y desigualdades, su inmoralidad como derecho de pertenencia.

¿Por qué molesta, irrita, incomoda y repugna tanto este nuevo club político lopezobradorista? Esta estirpe encabezada por su mesías tropical –como lo definió Enrique Krauze- ha roto el pacto del antiguo y aferrado club de los herederos de la casta revolucionaria que construyó el sistema político nacional del siglo XX. Lo ha traicionado al no darle continuidad al viejo linaje de los privilegiados por la autocracia, la impunidad, la injusticia, el desprecio a lo marginal, a la minoría y romper el pacto entre las castas nobles del poder. Traicionó al gremio y su historia con su nueva ideología de nuevos ascensos a las cúpulas del poder: líderes sin abolengo, políticos sin casta ni herencia.

La ruptura a los antiguos linajes que ven caer el sustento de su “democracia”: el poder de su impunidad. Rasgan sus vestiduras, miran hacia el cielo implorando justicia divina de su Dios –nunca hacia abajo porque ahí habitan los “otros”, pobres sin razón ni idea alguna. Aclaman resistencia en redes sociales, donde creen que esta su nueva voz democrática, señalan la sobrerepresentación legislativa y advierten como Dioses de la única y absoluta verdad, el fin de la democracia. Esa que ellos, en tiempos de sus clubes, clanes, sociedades divinas, exclusivas y de linajes conocidos y legítimos inventaron, solaparon, aplaudieron, alimentaron, promovieron, valoraron y se aferraron en linajes por más de cien años. Creyéndose legítimos de la fórmula, de la casta. Hoy, una nueva casta de líderes abandera esta Nueva Democracia del viejo modelo. Hay que saber perder, dice la ley de los clubes.

Abramos al discusión: @salmazan71