“¿Qué es hyperpop?”, preguntaba Charli XCX en 2020. Tras un largo debate en Twitter, alguien por fin le respondió: “tú eres”. Cuatro años después, le tiene sin cuidado la etiqueta, pero sigue dando cátedra como referencia en expansión e innovación dentro de un género que busca identidad humana entre el ruido de la magaplastificación.
Charli XCX regresa fuerte con su sexto álbum de estudio “brat”, en el que a través de 15 canciones, muestra su lado más agresivo y soberbio dentro de los reflectores del club, así como sus momentos más vulnerables cuando termina el rush de la noche.
“Nací para hacer música dance… vengo de los clubs”, tal cual lo demuestra con “Club Classics”. El intenso boom se entremezcla con la atmósfera de synths y el sample infinito de su voz modificada high-pitched, (una estampa del hyperpop). Charli solo quiere bailar; el beat estridente ofrece la catarsis de una mente abrumada por cargar la máscara de ser siempre la más cool.
Cuerdas se deconstruyen con el latir electrónico de Charli. “Everything is romantic”, instantáneas de cuartos de hotel, de ciudades europeas, de antros perdidos; todo, cada momento, cada palabra, envuelta en un amor en repeat. Charli cae en una espiral hermosa y destructiva; suave e intensa; desesperación y obsesión; contradicción de un mismo corazón.
Entre el barullo del club, Charli habla sobre su duelo más grande en “So I”. En vez de rendir un homenaje a su colega y amiga fallecida, SOPHIE, XCX solloza los remordimientos de oportunidades desperdiciadas, para regalarse calma y permitirse llorar por su pérdida. Sin querer, el ambiente etéreo, con destellos de sintes como estrellas fugaces, son el regalo perfecto para recordar a SOPHIE.
Asimismo, en “Rewind”, Charli regresa el tiempo 15 años para recordar, lamentar e ironizar los “tiempos más sencillos”. Una época donde la fama no infectaba cada decisión de vida, desde qué usar y cómo verse, hasta qué comer o decir en público. Sin embargo, queda en un deseo y solo puede presionar rewind a su CD.
Charli sacó al público un drama muy personal con “Girl, so confusing”. Desde 2013, la industria se encargó de crear una guerra falsa entre ella y la neozelandesa Lorde; sin embargo, en su mente se debatía entre la envidia y la admiración por una posible amiga. Ambas tienen varios aspectos en común, pero, sobre todo, son dos mujeres que siguen madurando en un mundo cruel. Lorde escuchó a Charli y ofreció su respuesta en un remix: también sentía lo mismo. Una amistad restringida por suposiciones, pero al fin nacida por la música.
Charli ama ser la comidilla de la gente, y se divierte leyendo sus chismes, pues eso demuestra el impacto que ha creado. En “Von dutch”, empoderada, reconoce su estatus de referencia actual. A más de una década de carrera, Charli se ha impuesto como una artista plena, que ha innovado y abierto las posibilidades dentro de un género caracterizado por su artificialidad. Llenó de emociones crudas y reales las manos plásticas de la muñeca tras la tornamesa.