OPINIÓN LETICIA GONZÁLEZ MONTES DE OCA

El Mexique y la libertad

Es una gran historia que he oído a medias y por partes. Para acercarme a ella visito la Hemeroteca Nacional por primera vez desde que dejé la escuela.

“Una grandiosa recepción a los niños españoles, hoy.”
“Una grandiosa recepción a los niños españoles, hoy.”Créditos: Foto coloreada por Diego Luna Juárez.
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Un día como hoy, hace ya 87 años, llegaba a Veracruz aquel buque de vapor, contenedor de dos mil personas que huían de la guerra civil española. Entre ellos, cerca de quinientos niños, “los de Morelia”, que fueron recibidos por el Presidente Cárdenas en una emotiva ceremonia.

Es una gran historia que he oído a medias y por partes. Para acercarme a ella visito la Hemeroteca Nacional por primera vez desde que dejé la escuela. Me entregan en el mostrador una enorme carpeta que abro con esfuerzo sobre una mesa; para mi alarma, las hojas amarillas casi se deshacen entre los dedos. Los periódicos menos solicitados, como El Universal Gráfico de la tarde, diario ilustrado que era de a cinco centavos, aún no están digitalizados: pueden tocarse, olerse y sentirse, testigos fieles de tiempos pasados. Con el mayor cuidado paso las hojas buscando una fecha: 7 de junio de 1937. En la primera plana del día siguiente aparece el encabezado:

“Una grandiosa recepción a los niños españoles, hoy.”

Fotos en blanco y negro muestran la llegada del barco mientras niños mexicanos aguardan en un muelle con flores en las manos.

Recuerdo la conocida foto del “Tata” con los españolitos, que intenta proyectar protección ante la desolación. Siguiendo la hebra busco en la red pistas sobre cómo transcurrieron esas infancias.

Aparecen suficientes testimonios para hacerse una buena idea de lo que fue empezar una vida acá, después de dejar la única que conocían, allá.

Coinciden en lo esencial. Por ejemplo: “los días que recibíamos carta eran los más felices. Llegaban con meses de tardanza, y eran, además de saber que mirábamos la misma luna, el único punto de contacto con nuestros padres”. “Pero no llegaban intactas”, cuenta con ojos húmedos uno de esos niños, ya en piel de grande, en un documental. “El viejo me decía: no se puede hablar de esto, ni de aquello; de tus cartas podemos leer apenas dos párrafos, todo lo demás viene tachado”.

Y así, buscando entre las infinitas piezas de esta historia, doy con una tienda virtual para coleccionistas. Se subastan sobres con estampillas con la imagen del dictador, sellados con una leyenda en mayúsculas: CENSURA MILITAR. Hay una postal con la fotografía del tirano, y en el reverso, un mensaje escrito a máquina, fechado en mayo del 39, en Tarragona:

Querido hijo,

Hoy te mando la efigie de nuestro Caudillo, el Jefe que logró la unificación de todos los grupos nacionales -tan ansiada y propugnada por tu padre en tiempos atrás- para que te acostumbres a rendir pleitesía y lealtad al Mando Único en el culto a tu Patria, de la que no dudo serás un paladín esforzado, y en prueba de ello grita conmigo: VIVA ESPAÑA, VIVA FRANCO Y ARRIBA ESPAÑA.

Foto: Leticia González

Hasta ahí las letras tecleadas. Como firma, con letra manuscrita, de puño y letra: Tu padre.

Ese mensaje habrá leído Alfonsito Esteves-Guilmain y Muñoz, a quien va dirigida. Imagino cómo se habrá hecho su corazón.

Mientras cavilo sobre lo absurdo -y vigente, y universal- que resulta que alguno se sienta poseedor de una única verdad, y el empeño en acallar todo lo demás, internet me recuerda con cierta ironía que hoy, además del aniversario de la llegada del Mexique, se celebra el Día de la Libertad de Expresión.

La tolerancia y el respeto para quien no piensa igual, esas materias que en la historia de la humanidad resultan tan difíciles de aprobar.