Estamos a ocho largos y sinuosos días para que las y los mexicanos salgamos a las casillas a ejercer nuestro derecho y responsabilidad: votar por aquella propuesta y su representante que más se acerque a nuestros intereses, preferencias e ideología. Después de un larguísimo periodo de pre y campañas donde predominaron y se agudizó el divisionismo, la desigualdad y el encono sumado a la violencia, las desgracias y las difamaciones como estrategias y consecuencias de las enormes diferencias políticas y sociales.
Consecuencia de estos años en que ha imperado el enojo y la furia, las pasiones, la desigualdad y las resistencias de unos grupos por romper modelos sistémicos que por casi cien años de democracia han dañado y limitado el desarrollo o ascenso de la población más pobre de este país, son quienes en el presente sexenio se resisten a muchas de las reformas que se han dado en materia laboral (aumento del salario); los programas sociales – por cierto, tras su éxito de política pública sino de mejora en oportunidades, lo han usado como estrategia electoral–; la reforma fiscal para hacer posible una recaudación mayor de impuesto de las grandes empresas y reducir los privilegios institucionales que son las causas de la furia con que ciertos sectores de la población y de los críticos, intelectuales , empresarios y comentaristas han emulado la vocería de los privilegios traicionados.
Por su parte, el partido en el Poder y su candidata –puntera en las encuestas de preferencia de voto– durante este sexenio de mandato ha ejercido el poder desde el Palacio, en solitario dictando la agenda diaria de un político consagrado, sin oídos, ni vista a problemas agudizados como la violencia, la crisis sanitaria y del sistema de salud y reducir la brecha de desigualdad ideológica. Entregará en octubre próximo un país dividido, una contienda electoral bañada en sangre y un sistema de partidos en absoluta descomposición, casi unificado en su propia creación MORENA, que para sus fines es el mayor logro, pero para la democracia en las cámaras un enorme reto de consenso y diversidad.
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En la sociedad civil, iremos a las urnas con un país dividido, con dos visiones de realidad que parecen no encontrar un punto de coincidencia, de conciliación, de acuerdos y necesidades. Que derivan de muchas décadas de inequidades que mientras no tocaron la vida de los privilegios no hubo mirada a lo distinto; hoy el pico del quiebre rasgo sus vestiduras y eso tiene enojados a unos y molestos a otros. Esa es la realidad con la que llegaremos a las casillas a emitir nuestro voto. Cualquiera que éste sea, pero hay que ejercer este derecho y esta responsabilidad, ¡necesitamos votar!
Abramos la discusión: @salmazan71