SERGIO ALMAZÁN

Entre meritocracia y apoyo social

Las promesas públicas sobre el bienestar personal son comunes en los discursos de las candidatas a la presidencia.

¿Cuáles son las promesas de campaña de cada candidato?
¿Cuáles son las promesas de campaña de cada candidato?Créditos: Cuartoscuro
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En estos tiempos de campañas electorales, las promesas públicas sobre el bienestar personal son común de los discursos de las candidatas a la presidencia. Por un lado, Claudia Sheinbaum elige la bandera de los programas sociales como generador de cambio en la brecha de la desigualdad que México vive desde épocas coloniales, esto lo considera desde las becas a la infancia y adolescencia hasta las pensiones a las personas adultas mayores. Un programa que ha sido exitoso en el actual sexenio para crear simpatías ante el partido y el gobierno en turno.

La candidata del oficialismo confía en los resultados positivos que este derecho universal como se ha garantizado en la constitución. Aún es pronto para medir los efectos de cambio en la calidad de vida de millones de mexicanos en pobreza extrema, así como la disminución en la enorme brecha desigual social, educativa, laboral y económica que enfrentamos en el país. “Por convicción los únicos que podemos garantizar los programas sociales como derechos somos quienes representamos a la Cuarta Transformación” dice en uno de sus spots Sheinbaum; comparando su discurso con una declaración del expresidente Vicente Fox que llamaba “huevones” a los jóvenes.

Por su parte, la candidata de oposición Xóchitl Gálvez ha construido una campaña donde el leitmotiv es la meritocracia, una de las fórmulas míticas populares para la clase media. La literatura de autosuperación muy socorrida entre estos sectores se basa en un mito: los ricos son más trabajadores, más creativos, más destacados, con más habilidades que los demás. Y desde esa primicia se construye todo un discurso de esfuerzo y superación que se vende como fórmula para salir del rezago social-económico, así romperla brecha de desigualdad que vivimos. “Sin miedo al éxito”; “Sin miedo a ganar” es el slogan ideológico que pretende convencer y diferenciarse entre unos simpatizantes y otros.

Ambas campañas están basadas en el mismo valor moral: la desigualdad social que es aguda y en circunstancias insultante e inmoral en nuestra realidad mexicana. Partiendo de ello, cada una de las candidatas tienen su mantra, su principio ideológico y de autosuperación.

Es la misma moneda, con dos caras y dos formas de justificarla: en el caso de la ideología obradorista, la desigualdad social es resultado de la corrupción del privilegiado que de forma sistémica ha abusado de su privilegio y poder, negando o reduciendo las oportunidades de desarrollo. Para la ideología panista, el ascenso social, es una suerte de esfuerzo, de echarle ganas, de ser emprendedor y la meritocracia que comienza con la familia y continúa de forma personal. En este sentido Gálvez apela a la emotividad de su historia personal: venir desde abajo, con esfuerzo, con dedicación, rompiendo la brecha de género si se puede ser empresaria y hasta candidata a la presidencia. El viejo esquema del priismo de los años sesenta: el privilegio como una virtud que se obtiene por sacrificios.

Entender que las decisiones del electorado se basan en gran medida de este valor de desigualdad, la percepción y la manera en que la vivimos influye en nuestras tomas de decisiones, las personales como las colectivas y por consiguiente, las expresiones y filiaciones ideológicas. Es por ello, tan importante comprender el trasfondo de este momento de campañas: sus apuestas están basadas en la desigualdad, los prejuicios, los privilegios y la discriminación. Todos esos factores morales de la ética política.

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