OPINIÓN HÉCTOR ZAGAL

Pegaso al horno y otras delicias

El placer de los banquetes debe medirse no por la abundancia de los manjares sino por la reunión de los amigos y por su conversación.

Pegaso al horno y otras delicias
Pegaso al horno y otras deliciasCréditos: Pexels
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¿Qué es lo mejor de un banquete: la comida o los comensales? Hay quienes, como Cicerón, consideran que “El placer de los banquetes debe medirse no por la abundancia de los manjares sino por la reunión de los amigos y por su conversación”. Otros, en cambio, son capaces de sacrificar a los buenos acompañantes con tal de que el festín sea delicioso. ¿Ustedes de qué team son?

Se cuentan muchas cosas sobre Nerón. Sin embargo, la mayoría de ellas son exageradas debido al rechazo de algunos historiadores antiguos hacia la figura imperial. Pero sí podemos estar seguros de que Nerón le encantaba los grandes festines. Según Tácito, en el año 64, Nerón organizó un banquete donde se comieron platos muy peculiares. Primero, se sirvió lirón, una clase de roedor, cocinado al horno. ¡Guacala! Luego, libre picante. No, no llevaba chile, que es mesoamericano, sino abundante pimienta. Pero lo más extravagante fue cuando apareció una ternera entera hervida, con forma de Pegaso, al caballo alado. ¿Les hubiese gustado? Tácito señala que la celebración tuvo lugar en una barca de oro. Seguramente lo la barca de oro (como la canción, je, je) es una exageración. Debió de tratarse de una barca de madera dorada.  

En su palacio, Nerón tenía una terraza circular donde el piso giraba para que los comensales pudiesen gozar de diversas durante los banquetes. En la CDMX hay un restaurante en el WTC que gira así; lo único malo es que lo que ven los comensales es la ciudad contaminada en los cuatro puntos cardinales y no las colinas de Roma ¿Cómo se movía la terraza de Nerón? Debajo del piso, había esclavos moviéndola.

Otro banquete inolvidable fue el de la boda del rey Enrique IV de Francia y María de Medici. El evento se llevó a cabo en Florencia y fue muy clave para los Medici, pues la familia de ricos comerciantes emparentó con la monarquía.

En el Renacimiento, los artistas no sólo pintaban y esculpían; también organizaban bodas y mucho mejor que algunos Wedding Planners. En efecto, Bernardo Bountalenti se encargó de diseñar dicho banquete para trecientos invitados. Se sirvieron más de 50 platillos entre los que resaltó el sorbete de leche y miel, un platillo extraordinario, pues en aquellos tiempos pocos conocían el helado.

La gran sorpresa del festín es que, además de que había servilletas sobre la mesa, cuando los comensales las levantaban salían volando pájaros que estaban escondidos debajo de ellas. Ojalá las servilletas no hayan estresado a los pajaritos como para que les dejaran otro tipo de “sorpresita” para los comensales.

Por cierto, ya que estamos hablando de banquetes. ¿Saben cuál es el versículo más triste de todo el Evangelio? Cuando, durante las bodas de Caná, María le dice a su hijo Jesús: “No tienen vino”.

¡Atrévete a saber! Sapere aude!

@hzagal

(Héctor Zagal y Óscar Sakaguchi, coautores de este artículo, son co-conductores del programa de radio “El Banquete del Dr. Zagal”)