OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

¿Priorizar al peatón o elogio popular?

No podemos olvidar que justamente en la Plaza Mayor está la residencia oficial del presidente, están oficinas públicas, hoteles, comercio y el ambulantaje que serán modificadas sus actividades con la peatonalización.

Evento en el Zócalo de la Ciudad de México.
Evento en el Zócalo de la Ciudad de México.Créditos: Cuartoscuro
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Uno de los más importantes cascos antiguos de América Latina, es nuestro Centro Histórico: por su trazo, sus edificaciones coloniales y vestigios mesoamericanos, así como sus dimensiones constituyen un documento memorioso de las diferentes etapas políticas, culturales, sociales e ideológicas que ha vivido el país. Se trata del epicentro de la vida urbana de México, desde su fundación en 1325 hasta la actualidad. 

Por ello, resulta importante detenerse a reflexionar sobre la presente propuesta e iniciativa desde la jefatura de gobierno de la ciudad de la peatonalización del Zócalo, que contempla dejar libre de vehículos motorizados, todo el cuadrante que abarca la Plaza Mayor, es decir el área de las calles 5 de febrero, 20 de Noviembre, José María Izazaga hasta la calle Venustiano Carranza, así como modificar cuatro de los seis carriles del área que hasta el pasado lunes 9 de enero servían como espacio vehicular, para convertirlo el jardines de bolsillo, como ya ocurrió del lado sur en la zona de los edificios del Ayuntamiento capitalino. 

Históricamente la plancha del zócalo es el epicentro de la vida pública del país, después de la caída de Tenochtitlan, cuando aquella zona sagrada mexica quedó destruida y sepultada para alzarse la urbe colonial, la plaza mayor fue escenario y destino, fundación de las ideologías religiosas, políticas, administrativas, comerciales, sociales y culturales novohispanas. Sin perder su vocación, los siguientes siglos ha mantenido la razón y esencia: el escenario de la demasiada gente y las ideologías masivas: manifestaciones, expresiones culturales, fiestas, conmemoraciones, denuncias, resistencias, comercio… Lo que significa en este momento hacerla de tránsito de a pie puede leerse como una batalla ganada del peatón de vivir, disfrutar y apropiarse del máximo escenario del país; también antoja otra lectura: la reunión del pueblo frente a una de las grandes expresiones que le gustan al actual presidente: la plaza pública. 

El ejercicio colectivo resulta interesante, cómo nos apropiamos los peatones de los espacios públicos como es la Plaza Mayor: desde el sentido de derecho a la calle, inclusión y respeto al patrimonio histórico, interacción ciudadanía-escenario, medio ambiente. Accesibilidad, reconfiguración del espacio urbano, resignificación del espacio público, relación zona comercial, servicios, accesibilidad y poder. No podemos olvidar que justamente en la Plaza Mayor está la residencia oficial del presidente, están oficinas públicas, hoteles, comercio y el ambulantaje que serán modificadas sus actividades con la peatonalización del zócalo y sus inmediaciones lo que significa un reajuste a la forma y dinámica de movilidad que hasta hoy se llevaba a cabo en este perímetro, que a diferencia con la calle Francisco I. Madero, el zócalo es el corazón de todas las acciones públicas de la ciudad y el país, su dinámica es a gran escala, impacta en muchos rubros y a mayor número de población.

El otro lado de este proyecto es que resulta urgente convertir el Centro Histórico en un espacio más peatonal que del automóvil, por la naturaleza del suelo donde está ubicado: zona lacustre y sísmica. La cantidad de contaminación y polución que producimos y han dañado el patrimonio arquitectónico de este cuadrante. 

Una acción como esta nos lleva a replantear los usos de los espacios y la dinámica que debería promover: volver a mirar el Centro Histórico como zona habitacional, epicentro del nuevo orden social de la plaza pública, de la calle y la memoria.

Abramos la discusión: @salmazan71