Uno de los grandes –y por no decir que imposibles retos– que enfrentan las grandes urbes, como es la ciudad de México, es humanizar la metrópoli, donde el concepto de comunidad, de equilibrio ambiental, calidad de vida, seguridad y equidad de género es parte de los derechos a la ciudad. Estamos frente a un planeta que ha perdido la dimensión humana, social, colectiva y personal de habitar la ciudad como una aldea de los 15 minutos, es decir, las distancias, la movilidad y el esparcimiento está lejos de poderse realizar de un punto de estancia u origen (casa-oficina) en 15 minutos de transporte como la bicicleta o a pie, con ello, la calidad de vida se reduce al habitante-asfalto-máquina, en consecuencia, los barrios son dormitorios no habitables.
Estamos ante uno de los grandes retos pospandémicos: volver al valor del tiempo: útil, recreativo, social, y personal. Las grandes ciudades, como es ésta, predomina el concepto de ciudad de la productividad perdiendo su lado habitable, disfrutable y constructivo para ser solo escenarios de consumo. Y este fenómeno que tiene más de medio siglo ocurriendo en nuestras calles, las vuelven barrios de los demasiados tránsitos, la mucha gente, pero no hay pertenencia, comuna, colectividad metropolitana, sino habitantes autómatas.
La consecuencia de este fenómeno es el poco conocimiento del escenario donde se duerme: las calles, las plazas, los centros o sitios de interacción social, la vida de economía local: cafeterías, tiendas, espacios lúdicos, culturales o sociales: (cines, teatros, galerías o bibliotecas) que producen perder la capacidad identitaria de los barrios y de la introspección personal y manejarse en una realidad colectiva.
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Desde hace más de dos décadas se ha planteado en grandes ciudades como Barcelona, Londres, Nueva York y México descentralizar los circuitos de producción laboral, económica o profesional y en ese sentido, la pandemia modificó la manera de trabajo y poco a poco la proliferación de la llamada sociedades “nómadas digitales” en las llamadas ciudades de los 15 minutos que es un concepto donde se pueda habitar el barrio donde se vive y poder producir o trabajar en una distancia no mayor a ese tiempo, aunque hay quienes afirman que se trata de una utopía o discriminación del derecho a la ciudad para aquellos habitantes que no pueden crear centros de vida y trabajo a poca distancia.
Ante este fenómeno cada vez más urgente de reducir la vida-transporte público, el desplazamiento obligado de millones de personas muy temprano a la mañana y volver al final de la tarde a su casa, se ha creado un nuevo estudio de movilidad: el cronourbanismo, es decir un tiempo promedio que dignifique la calidad de vida de los ciudadanos de las megalópolis que debía de ser de 75 minutos al día en un viaje redondo a sus centros laborales, académicos o sociales.
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El reto e ideal del proyecto de la ciudad de los 15 minutos es amplio y emergente: crear políticas públicas para los barrios, colonias y ciudades donde existan sistemas de movilidad, transporte personal (bicicleta, automóvil de plataformas digitales), planes urbanos de vivienda de bajo costo e impacto ambiental que promueva conexión, desarrollo, equidad y crear la proximidad una virtud y no la distancia como una condición y costo alto por habitar una ciudad.
Abramos la discusión: @salmazan71