OPINIÓN JEZIRET GALLARDO

10 años del BRI ¿Qué es y qué papel tiene el Medio Oriente?

El BRI es el proyecto de infraestructura más ambicioso antes concebido pero ¿qué papel tiene el Medio Oriente en esta estrategia geopolítica de China?

Xi Jinping ha optado por la cooperación financiando numerosos proyectos de infraestructura alrededor del mundo.
Xi Jinping ha optado por la cooperación financiando numerosos proyectos de infraestructura alrededor del mundo.Créditos: Reuters
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Las naciones utilizan diversas estrategias para expandir su poder e influencia más allá de sus fronteras, las cuales van desde las militares hasta las de poder blando, que pueden manifestarse a través de proyectos de cooperación internacional. En el actual contexto de la competencia entre Estados Unidos y China por la supremacía, el gobierno de Xi Jinping ha optado por la cooperación; específicamente, ha planteado y financiado numerosos proyectos de infraestructura alrededor del mundo. En este artículo veremos el más ambicioso de ellos, al cual algunos se han referido como la Nueva Ruta de la Seda y revisaremos cómo es que está transformado las relaciones en el Medio Oriente, haciendo una pequeña pausa en por qué para Israel puede ser una situación desfavorable.

En el año 2013, el presidente Xi Jinping lanzó el proyecto de infraestructura más ambicioso de la historia: la “Iniciativa de la Franja y la Ruta” también conocido como Nueva Ruta de la Seda, o BRI por sus siglas en inglés (Belt and Road Initiative). El objetivo de este proyecto a gran escala originalmente era vincular físicamente el este de Asia con Europa mediante una red de puertos, carreteras, vías de ferrocarril, entre otros, para expandir el comercio, promover la integración financiera y la conexión entre las personas. Sin embargo, el proyecto se ha vuelto aún más ambicioso con los años y se ha expandido hasta África, Oceanía e, incluso, América Latina.

Con 150 países firmantes (“circle of friends”), el mega proyecto de infraestructura del BRI es una estrategia geopolítica y geoestratégica robusta mediante la cual, debido a los grandes montos de inversión requeridos para consolidar estos proyectos, los países involucrados se verán forzados a mantener una relación a largo plazo con China, este punto constituye una de las principales críticas de la iniciativa. Nos referimos a este proyecto como una estrategia geopolítica pues con éste, China está expandiendo su poder e influencia en otros países y está reconfigurando los territorios.

¿Pero cómo entra el Medio Oriente en todo esto? Pues, como la intención inicial era unir China con Europa, geográficamente el BRI debe de cruzar por Asia central, Asia occidental (Medio Oriente) y el Norte de África, es decir, la región MONA. Entre los países de la región que se han sumado a la Nueva Ruta de la Seda están: Egipto, Argelia, Türkiye, Iraq, Jordania, Kuwait, Líbano, Catar, Omán, Yemen, Emiratos Árabes Unidos, Siria y por supuesto Arabia Saudita e Irán.

El BRI es un proyecto que desafía la hegemonía de Estados Unidos en el mundo y una manera en la que China ha aprovechado los vacíos de poder estadounidense en la región MONA, recordando que mientras Estados Unidos ha utilizado estrategias de poder duro (como sucedió con Afganistán, Iraq, Siria, Kuwait o Irán), China ha buscado alternativas de poder blando para amplificar su influencia. Y, pese a que los nuevos gobiernos estadounidenses han buscado recomponer la relación y utilizar a Israel para afianzar su influencia, China se ha aproximado a estos países con propuestas económicas atractivas y soluciones políticas a conflictos como el de Yemen; aunque, como veremos al final, el entusiasmo hacia el BRI ha decaído. Aun así, tan solo este mes vimos a Arabia Saudita e Irán restaurar sus relaciones diplomáticas con apoyo de China como mediador.

Por supuesto, este panorama enciende las alarmas de Israel, pues en años recientes había logrado firmar acuerdos de paz –que se traducen en negocios multimillonarios— con varios países árabes (los Acuerdos de Abraham) bajo el auspicio del expresidente Donald Trump. Pero ahora, los países árabes se están acercando a Irán, su gran rival. Recordemos que Estados Unidos es el principal aliado de la nación sionista, quien ha financiado su desarrollo económico y militar y que Israel, al haberse creado bajo el auspicio de Occidente, éste es un ente alineado con los intereses estadounidenses y occidentales.

Aun así, Israel se las había arreglado para mantener una ventaja económica y política, al mantener relación con China, de hecho, aunque no cuenta con acuerdos de colaboración bilateral ni es parte del BRI, si fue a partir del anuncio del BRI en 2013 que las inversiones entre China e Israel han ido en aumento, principalmente en al área de la tecnología de punta y la infraestructura, situación que incomoda a Estados Unidos.

Retomando el hecho de que China medió las relaciones entre Irán y Arabia Saudita, el asunto no es algo menor (explico más de eso acá), pues Irán es clave para fortalecer el eje que confronta la hegemonía estadounidense, mientras que Israel es el actor que servía para frenar la influencia iraní. Los Estados Unidos son cada vez menos flexibles con Israel para que vea por sus propios intereses, lo que puede afectar la economía y la influencia regional israelí. De hecho, en 2022, EE. UU. pidió a Israel que le “actualizara” sobre cualquier trato relevante que fuese a realizar con China en los campos de la tecnología y la infraestructura, por supuesto Israel debe acatar esto si es el país que más dinero ha recibido de EE. UU. a lo largo de los años.

Para China, la región del Medio Oriente es relevante por varias razones, en primer lugar, por los suministros de petróleo crudo y gas, pero también por ser parte fundamental en su ruta económica y una clave en la expansión de su influencia política global. Sin embargo, el BRI tendrá que esforzarse más por cumplir con las expectativas de los países participantes del MONA, pues de acuerdo con un estudio elaborado en 2022 por CMS, el entusiasmo ha decaído debido a que el proceso para implantar los proyectos BRI ha sido más difícil de lo planeado y no se han sentido del todo satisfechos con los resultados.

A 10 años del inicio del BRI, hay quienes bromean diciendo que, en vez de llamarse “Iniciativa de la Franja y Ruta”, debería llamarse “Iniciativa de la Deuda y Ruta”, mientras que organismos como la CEPAL en 2018 aseguraba que esta iniciativa es “una oportunidad para inversiones inclusivas y sostenibles”. Aunque existe un déficit de infraestructura a nivel mundial, por ahora únicamente un tercio de los países MONA involucrados están deseosos de aumentar su participación en proyectos del BRI. Mientras unos consideran que la iniciativa se tambalea y que algunos países ya están sufriendo las consecuencias de la deuda, otros señalan que es un plan para la paz y el desarrollo mundiales. Pero el escenario mundial es muy susceptible a cambios, para evaluar si el BRI cumplió con sus objetivos geoestratégicos y geopolíticos, tal vez tendremos que esperar otros diez años.

Jeziret Gallardo

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