COLABORACIÓN ESPECIAL

Samuel ‘Trump’ García

La irrupción en el Congreso de Nuevo León por simpatizantes de Movimiento Ciudadano recordó a la que impulsó Donald Trump en el Capitolio el 6 de enero de 2021.

Samuel García, gobernador de Nuevo León.
Samuel García, gobernador de Nuevo León.Créditos: EFE
Escrito en OPINIÓN el

La noche del 29 de noviembre, un grupo de líderes y manifestantes de Movimiento Ciudadano entró a la fuerza en el inmueble del Congreso de Nuevo León durante la sesión del Pleno en la que se designó a Luis Enrique Orozco como gobernador interino del estado. Forzaron la puerta, fueron recibidos por bombas de humo y hubo enfrentamientos a golpes. Desorden, caos.

Toda proporción guardada, se pueden apreciar similitudes con la irrupción de una turba impulsada por Trump en el Capitolio en Washington, D.C. el 6 de enero de 2021. Ambos eventos se dieron en un contexto político tenso, en medio de disputas electores y acusaciones de fraude e irregularidades legales. Tanto Trump como García han demostrado capacidad de movilización de seguidores quienes jugaron un papel crucial en las irrupciones violentas y un uso activo en redes sociales y medios de comunicación para conectar con ellos, criticar a sus opositores e inducirlos a participar en este tipo de movilizaciones a través de narrativas de victimización y conspiración. Pero ¿qué se gana con este tipo de acciones? ¿A qué estrategia política obedece la polarización y confrontación? El cuestionamiento y desafío a la legitimidad de las instituciones a través de violencia ¿En realidad funciona para debilitarlas y orientarlas hacia el sentido de sus propios intereses?

Lo que es un hecho es que las reacciones y consecuencias políticas no se han hecho esperar. La condena mediática ha sido generalizada. La imagen internacional del riesgo de ingobernabilidad en una de las entidades federativas más importantes del país y frontera con Estados Unidos no es un asunto menor por la preocupación entre inversionistas internacionales, diplomáticos y observadores políticos sobre la consistencia y estabilidad de las instituciones democráticas en México. ¿Qué precedente sienta este tipo de reacciones en el contexto político electoral que vivimos en el país? ¿Por qué el Presidente López Obrador defendió a Samuel García en la mañanera del 30 de noviembre y en la tarde del mismo día, envió decir a través de Mario Delgado que García no tiene capacidad de gobernar el país y que encarna lo peor de la vieja política, es decir, la represión, los grupos de choque, el autoritarismo, el desconocer las facultades que tiene el Congreso de Nuevo León?

Dante Delgado sostiene al igual que Samuel García que la irrupción violenta fue un autoboicot del Congreso, que es un acto de regresión democrática del PRI-AN, un asalto a la legalidad y que utilizarán todos los recursos necesarios en contra de la designación de Luis Enrique Orozco como gobernador interino de Nuevo León. No obstante, la coyuntura es compleja para Movimiento Ciudadano. Está ante un escenario de perder-perder. Por un lado, es claro que García no tiene posibilidades de ganar la elección presidencial y, por el otro, está la agravante del riesgo de que tome protesta Luis Enrique Orozco u otro, que como emergente se elija en sesión del Congreso, como negociación política para darle salida a la eventual ingobernabilidad. En cualquier caso, esto no garantizaría la continuidad del proyecto de gobierno de Samuel García ni la impunidad de sus colaboradores. El dilema para García es qué le representa mayor seguridad y blindaje: ser candidato por meses o gobernador por años. El dilema para Movimiento Ciudadano sería elegir un candidato@ presidencial sustitut@ que tuviera la capacidad carismática de lograr convencer y captar algunos votos de las clases medias.