De encuestas y confabulaciones

De la tinta de Felipe Chao Ebergenyi.

Escrito en OPINIÓN el

Las encuestas son un método de recopilación de información a través de preguntas y reactivos que se hacen a una muestra de una población específica. Como no se puede medir lo que ocurre en la población en general, esto se infiere a partir de lo que indica una parte de ella. Por medio de las encuestas tratamos de medir, entre otras cosas, percepciones, actitudes, convicciones, intenciones, deseos, temores, necesidades, orientaciones y aspiraciones.

Ante la avalancha de encuestas electorales vale la pregunte de ¿Si puede una misma muestra responder de manera contradictoria sobre el mismo asunto? La respuesta, sin duda alguna, es afirmativa. Solo basta cambiar un par de elementos de la propia encuesta -tales como el fraseo de las preguntas y el orden en el que se realizan-, para conseguir el resultado que se desea  o demostrar que la gente puede estar a favor y en contra a la vez sobre un asunto determinado.

Quizá quien mejor expresa lo anterior es Sir Humphrey Applby en el episodio El discurso televisado, dentro de la serie Sí, Primer Ministro.

Bernard: Bueno, parece que el partido realizó una encuesta y la gente votó a favor de implantar el servicio militar obligatorio.

Sir Humphrey: Pues ordene que hagan otra en donde quede muy caro que están en contra desea barbaridad.

Bernard: No pueden estar en contra y a favor a la vez.

Sir Humphrey: Claro que pueden. ¿Alguna vez le han hecho una encuesta?

Bernard: Sí, bueno, no a mí, a mí nunca. Ya sé lo que quiere decir.

Sir Humphrey: Planteemos un supuesto. Una guapa señorita se le aproxima. Vd. desea darle una buena impresión, no quiere parecer un idiota, ¿o sí?

Bernard: Ah, no.

Sir Humphrey: Entonces empieza a hacerle preguntas. Sr. Woolly, ¿le preocupa mucho el número de jóvenes que hay sin trabajo?

Bernard: Sí.

Sir Humphrey: ¿Cree que ha habido un aumento de la criminalidad entre la juventud?

Bernard: Sí.

Sir Humphrey: ¿Piensa que hace falta más disciplina en nuestros colegios?

Bernard: Sí.

Sir Humphrey: ¿Y le parece que el pueblo aceptaría un poco de autoridad y mano dura?

Bernard Sí.

Sir Humphrey: ¿Está seguro de que eso es lo que quiere?

Bernard: Sí.

Sir Humphrey: ¿Impondría Vd. de nuevo el servicio militar obligatorio?

Bernard: Oh, bueno, supongo que sí lo haría.

Sir Humphrey: ¿Sí o no?

Bernard: Sí.

Sir Humphrey: ¿Lo ha visto? Es muy fácil que la gente diga lo que queremos oír. Luego no mencionan las otras preguntas y publican solo la última.

Bernard: ¿Eso es lo que suelen hacer?

Sir Humphrey: No, solo los que tienen buena reputación pero hay muy pocos de esos por desgracia. Y si lo deseáramos la señorita podría conseguir el resultado inverso.

Bernard: ¿Cómo?

Sir Humphrey: Sr. Woolly, ¿le preocupa el peligro de una guerra?

Bernard: Sí.

Sir Humphrey: ¿Le parece una locura la carrera de armamento?

Bernard: Sí.

Sir Humphrey: ¿Cree que es arriesgado darle armas a los jóvenes y enseñarles a matar?

Bernard: Sí.

Sir Humphrey: ¿No opina que es totalmente injusto obligar a la gente a manejar armas?

Bernard: Sí.

Sir Humphrey: ¿Es contrario a implantar el servicio militar obligatorio, sr.?

Bernard: Sí ¡Oh!

Sir Humphrey: ¿Qué le ha parecido, Bernard? Un perfecto ejemplo de lo que le dije. Ahora solo tenemos que encargar una encuesta para el Ministerio de Defensa. Nuestra encuesta.

La serpiente, al recordar que con el fin que se vayan a utilizar los resultados se diseña el cuestionario, interrumpe su reflexión para atender una llamada de Massive Caller.