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Plazas públicas de Monterrey que fueron paredones de fusilamiento

Estas plazas íconos de Monterrey son visitadas a diario por miles de personas, pero pocos conocen la historia de sangre derramada bajo su suelo.

Plaza Hidalgo
Plaza HidalgoCréditos: Maps
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En el bullicio diario del centro de Monterrey, entre las compras en la zona comercial Morelos y las visitas a la Basílica del Roble, es fácil pasar por alto los oscuros episodios de la historia que marcaron estos lugares. Dos plazas icónicas, Plaza Zaragoza y la Plaza del Roble, fueron testigos de eventos trágicos, sirviendo como paredones de fusilamiento para personajes notables de la región.

Agapito Treviño, el "Caballo Blanco": En la Plaza Zaragoza, hoy conocida por su animación y movimiento comercial, se erigió un muro que fungió como paredón de fusilamiento. Este sitio fue testigo de la ejecución de Agapito Treviño, apodado "Caballo Blanco". Nacido en Guadalupe, Nuevo León, en 1827, "Caballo Blanco" ganó fama como un bandolero temido en la región.

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Después de varias fugas de prisión, Agapito fue condenado a muerte por un Consejo de Guerra, donde participó el renombrado General Ignacio Zaragoza. El 24 de julio de 1854, Agapito Treviño enfrentó su destino frente a ese muro, marcando el fin de sus días y consolidando su lugar en la cultura popular del norte de México.

Isaac Garza y la Plaza del Roble: La majestuosa Basílica del Roble es un ícono arquitectónico, pero pocos conocen la historia sombría que yace en la cercana Plaza del Roble. En las calles Guerrero y 15 de mayo, una pequeña plaza alberga la memoria de Isaac Garza, un patriota que desafió a las tropas francesas durante la intervención extranjera.

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Isaac Garza, propietario de una tienda de abarrotes en la colonia Nuevo Repueblo, utilizó su astucia para recolectar armas para la resistencia mexicana. Su estrategia consistía en intercambiar alcohol por armamento con los soldados de la Legión Belga del Ejército imperialista, clientes frecuentes en su tienda.

Desafortunadamente, la artimaña de Isaac fue descubierta por el Ejército francés, y fue fusilado en la Plaza del Roble el 7 de junio de 1866.

Estas plazas, ahora impregnadas de vida y actividad cotidiana, fueron una vez testigos de momentos trágicos que dejaron huella en la historia local. La próxima vez que camines por el centro de Monterrey, tómate un momento para imaginar cómo eran estos lugares hace décadas y reflexiona sobre las historias que yacen olvidadas en cada rincón.