Rescatistas buscan sacar a niña sobreviviente en colegio Enrique Rébsamen

El presidente Enrique Peña Nieto dijo que en el inmueble había  unos 30 niños atrapados junto a 12 adultos.

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Decenas de socorristas luchan este miércoles por rescatar con vida a una niña que logró sacar una mano de entre las ruinas de una escuela que se desplomó tras el devastador sismo que sacudió a México, que ha dejado 225 muertos y ha arrasado con medio centenar de edificios.

El equipo de especialistas clamaba silencio mientras apresuraba los trabajos cuidadosamente para evitar que la estructura, soportada por pilotes de madera, se derrumbara y acabara con la vida de la menor.

Al menos un perro rescatista entró varias veces por los huecos de la derruida estructura y por donde se introdujo una manguera para hidratar a la pequeña, que cumplía más 20 horas atrapada en el colegio Enrique Rébsamen, ubicado en el sur de Ciudad de México, donde casi un centenar de personas ha muerto.

Padres angustiados y con ojos llorosos aguardaban en silencio frente al colegio de educación básica y media, de donde han sido rescatados 11 menores sobrevivientes y recuperados 25 cadáveres -21 niños y cuatro adultos.

El martes por la noche, el presidente Enrique Peña Nieto dijo que había allí unos 30 niños atrapados junto a 12 adultos.

“Siguen sacando niños, pero no sabemos nada de mi hija”, dijo agotada y con los ojos rojos Adriana D’Fargo, de 32 años, sobre el paradero de su hija de siete años.

Algunos voluntarios expresaron su frustración por la desorganización entre los servicios de emergencia, militares y civiles, que competían para liderar las labores tras el sismo de magnitud 7.1 que sembró de destrucción varias ciudades del país.

“Tanto burocratismo, tantas trabas al avance de los trabajos dificultó el poder sacar con vida los niños”, dijo Alfredo Pérez, un ingeniero civil de 52 años que se acercó para ayudar en el sitio desde el martes por la tarde.

En algunas áreas, maquinaria pesada empezaba con las labores de limpieza, pero la Ciudad de México habitualmente congestionada y bulliciosa lucía casi vacía y sin movimiento.

Mientras tanto, miles de socorristas y voluntarios seguían removiendo enormes escombros con sus propias manos en búsqueda de sobrevivientes.