“¿Es amor o suicidio?”, canta Rhian a su nueva pareja. Todo es nuevo otra vez; un amor como nunca antes; tan diferente e intenso; como un adorable monstruo con garras de navaja y ojos de lago. Se sienten tan suaves sus cabellos manchados de lodo, y tan cálidos sus besos de pantano. Una canción romántica con una estética diferente: honesta y madura; atrevida y divertida. Rhian necesita “CPR” para revivir del shock brutal de besos. Un amor adolescente a los 30.
Wet Leg, formada por las amigas Rhian Teasdale y Hester Chambers, regresa con su segundo álbum “moisturizer”, ahora como una banda de cinco con la inclusión del guitarrista Jon Mobaraki, el bajista Ellis Durand y el baterista Henry Holmes. En este proyecto de 12 canciones, Rhian explora nuevas sensaciones y experiencias, inspiradas principalmente por su nueva relación con una persona queer.
Este nuevo amor regresa a Rhian a la nostalgia de su adolescencia. En “davina mccall”, relata momentos íntimos de su relación, con atisbos de luz que la deslumbran hasta dejarla ciega; sentimos los roces tímidos y los sueños imposibles de su cerebro hipnotizado. Una balada para dedicar, sin importar género o sexo, a quien sea tu sol, tu sueño, tu día y tu futuro.
Sin embargo, el amor de Rhian es tan grande y fuerte que la desespera; la llena de ansias por volver a sentir ese cuerpo bendito (y quizá maldito). En “pillow talk”, las guitarras rasgan la angustia, mientras su voz susurra sus deseos, desde el más suave al más salvaje. La explosión de su vientre se viene con un grito suave; sus garras de monstruo enamorado también acarician.
La honestidad directa y cruda, que las distinguió en su debut, persiste en sus letras. Por ejemplo, en “catch these fists”, las chicas sacan su enojo contra los acosadores de bar, esos que intentan tomarte cuando sólo quieres pasar un buen rato con tus amigas. Una situación común en varias chicas que quieren destruir con sus riff de espada y rugidos de guerra: giddy up! (¡Vamos!)
No se necesita ser un ángel para recibir amor sincero, porque llega en momentos y formas inesperadas… todas hermosas a su manera. No existe norma para querer. Al final, el mejor momento es cuando por fin ambos están en casa, como lo cuenta Rhian en “u and me at home”. Dos personas en la cama, llenas de imperfecciones y problemas, pero con las palabras adecuadas para sentir que todo estará bien si van de la mano.