Desde las primeras horas del lunes pasado, la Puerta 36 de la frontera entre Ciudad Juárez, Chihuahua, y El Paso, Texas, volvió a ser la esperanza de un gran número de migrantes (según estimaciones, se habla de entre 80 y 100 personas) cuando, reunidos en dicho punto, intentaron cruzar a los Estados Unidos; ahí, en la línea limítrofe entre una nación y otra, hay fuertes vientos, casas de campaña, cientos de migrantes. Cientos de sueños.
No es ningún secreto que, todos, venimos de generaciones y generaciones de migrantes; somos producto de la migración de muchos de nuestros antepasados; no obstante, en México, este es uno de los temas de mayor arraigo, el cual podemos comenzar a traducir desde la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, mismo que puso fin a la guerra entre nuestro país y Estados Unidos (1846-1848), y que, de igual forma, terminó con la entrega del 55 por ciento del territorio nacional.
Tras el conflicto, los estados actuales de California, Nevada, Utah, y Nuevo México, así como la mayor parte de Arizona y Colorado, sumado a lo que hoy conocemos como Oklahoma, Kansas y Wyoming, se convirtieron en propiedad del territorio estadounidense. Por otro lado, México renunció a Texas y, con ello, reconoció al Río Grande o Río Bravo como la línea fronteriza con Estados Unidos.
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En la actualidad, lejos de decrecer, la migración sigue en aumento; el anhelo de alcanzar el “sueño americano” ya no solo se traduce en la mente de las y los mexicanos, sino que se desliza hacia Centro y Sudamérica. En ese sentido, se estima que millones de personas viven y trabajan, hoy en día, sin documentos legales (son “indocumentados") en Estados Unidos.
Miles de personas, año con año, intentan cruzar al país de las barras y las estrellas con la esperanza de vivir ese “sueño americano”: éxito, prosperidad, estabilidad económica, felicidad, entre otros adjetivos. En el trayecto, sin embargo, la realidad se coloca como el principal muro y la esperanza se transforma en incertidumbre.
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Puerta 36: esperanza y realidad para cientos de migrantes
La respuesta de las autoridades de Estados Unidos ante los intentos masivos de cientos de migrantes por cruzar es cada vez más fuerte; hoy, por mencionar un ejemplo, se habla de la Ley SB4, considerada por diversos analistas y especialistas como una de las medidas antimigratorias más drásticas en la historia de dicho país, puesto que, según lo señalado, convertiría en un delito el hecho de que un extranjero ingrese a Texas de forma ilegal (sin documentos), esto, además de que las fuerzas estatales tendrían la facultad de arrestos y deportaciones de manera arbitraria.
De hecho, en entrevista para MVS Noticias, Paris Lezama, miembro de la mesa directiva de Esperanza Migrante, refirió que la Ley SB4, promulgada por el gobernador de Texas, Greg Abbott, “tiene que ver con una estigmatización de las características latinas de las personas”, incluso, sugiere que se trata de una medida discriminatoria. A su vez, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, calificó de “draconiana” la mencionada ley y el propio gobierno de Joe Biden se opone a ella.
La semana pasada, la Puerta 36 volvió a ser esa esperanza para decenas de migrantes que intentaron cruzar a Estados Unidos, pese a las advertencias que se han lanzado desde las autoridades de Texas, así como a las condiciones climáticas que se viven al noroeste de Tijuana.
Y es que, cada año, personas que salen de algunos países de Sudamérica y Centroamérica, y, por supuesto, de México, se conglomeran en esa línea limítrofe entre Ciudad Juárez, Chihuahua, y El Paso, Texas; hablamos de personas que intentan llegar a Estados Unidos con la idea de obtener mejores condiciones de vida, en busca de trabajo, y de ofrecer, quizás, un mayor porvenir a sus familias.
Actualmente, datos del Consejo Estadounidense de Inmigración (AIC) señalan que, en Estados Unidos, habitan 45.3 millones de inmigrantes, cifra que se traduce en el 13.6 por ciento de la población total de ese país, los cuales, además, representan una gran aportación económica, pues información del Latino GDP Report revela que el trabajo de los migrantes en la llamada Unión Americana genera hasta 2.7 billones de dólares al año.
Migrantes hombres, mujeres, niños y niñas, familias enteras, día con día, se siguen reuniendo en la Puerta 36, pese a los fuertes vientos, las bajas temperaturas y el blindaje de las autoridades estadounidenses; pasan hambre, frío y diversos atropellos por parte de la Patrulla Fronteriza con la esperanza de cruzar y alcanzar el “sueño americano”.