Al celebrar la misa del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco advirtió que Jesús no era un “profeta new age”, un “vendedor de humo” o un “sembrador de falsas ilusiones”.
Ante miles de personas congregadas en la Plaza de San Pedro, el Papa encabezó la tradicional bendición de las Palmas y los ramos de olivo. Con una palma en la mano presidió la procesión desde el centro de la explanada vaticana hasta el atrio de la basílica.
Luego, durante el sermón de la misa, sostuvo que Jesús llama a seguirlo con los hechos y no con las palabras, él no pide que lo contemplen en los cuadros o las fotografías, ni tampoco en los videos que circulan por internet.
Aseguró que él está presente en el próximo, en aquellos que sufren a causa del trabajo esclavo, por los dramas familiares, las enfermedades, la guerra y el terrorismo, por culpa de los intereses que mueven las armas y dañan con ellas.
“Hombres y mujeres engañados, pisoteados en su dignidad, descartados…. Jesús está en ellos, en cada uno de ellos, y con ese rostro desfigurado, con esa voz rota pide que se le mire, que se le reconozca, que se le ame”, apuntó.
Más adelante reconoció que la celebración de este domingo tiene un “doble sabor, dulce y amargo, es alegre y dolorosa”, porque en ella se festeja la entrada de Jesús a Jerusalén y la cuenta el relato de la pasión.
“Pero este Jesús no es un iluso que siembra falsas ilusiones, un profeta ‘new age’, un vendedor de humo, todo lo contrario: es un Mesías bien definido, con la fisonomía concreta del siervo, el siervo de Dios y del hombre que va a la pasión; es el gran paciente del dolor humano”, añadió.
“Así, al mismo tiempo que festejamos a nuestro rey, pensamos en el sufrimiento que tendrá que sufrir en esta semana: en las calumnias, los ultrajes, los engaños, las traiciones, el abandono, el juicio inicuo, los golpes, los azotes, la corona de espinas… y en definitiva al vía crucis, hasta la crucifixión”, siguió.
Más adelante, precisó que Cristo nunca prometió honores y triunfos, en ese fue claro y, más bien, advirtió a sus amigos que el camino pasaría a través del sufrimiento, la victoria tendría lugar por la pasión y la cruz
Estableció que eso vale para los cristianos, quien quiera seguir a Jesús no debe hacerlo en las palabras sino con los hechos, llevar su propia cruz con paciencia, no rechazarla ni deshacerse de ella, sino aceptarla todos los días.