ANIMALES DOMÉSTICOS

Tiernos y mansitos

La naturaleza tiene su propio orden y caos. Los misterios de sus obras son fascinantes y, muchas veces, benéficos para todos los involucrados.

¿Todos los animales podrían ser domesticados? Pregunta difícil.
¿Todos los animales podrían ser domesticados? Pregunta difícil. Créditos: Pixabay
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Las mascotas son las verdaderas dueñas de nuestras quincenas. O al menos así lo parece actualmente. Hay cientos de cuidados especiales para ellas: spa, hotel, psicólogo, comida gourmet, ropa, accesorios, carriolas. Bueno, la lista es interminable. No estamos en contra de tratar con cariño a nuestras mascotas, pero creo que hay que tratarlos como los animales que son. Respetemos su naturaleza y no los privemos de ella. ¿No es triste pensar en los perritos que no pasean más que unos cuantos metros? Cuando los tratamos como bebés humanos, ¿no estaremos perjudicándolos? ¿Qué tanto deberíamos entrometernos en su reproducción? ¿Sabían que el gran danés sólo vive alrededor de siete años por problemas cardíacos? Esta predisposición de la raza se debe al diseño que consiguieron los humanos al cruzar distintos canes. El husky siberiano tiene a padecer cataratas juveniles. ¿Qué tanto bien les estamos haciendo a nuestras mascotas? ¿Dónde trazamos el límite? Simplemente, lanzamoa la pregunta.

La naturaleza tiene su propio orden y caos, independientemente de cuánto intentemos manipularla. Los misterios de sus obras son fascinantes y, muchas veces, benéficos para todos los involucrados. Pensemos en el paso del lobo (Canis lupus) al perro (Canis lupus familiaris). Es probable que los lobos siguieran al hombre de las cavernas por los restos de comida que dejaba tras de sí. Los lobos ganaban comida; después, refugio. ¿Y el hombre? Ganó protección. Pero para que esta relación funciona, el lobo cambió su fiereza por docilidad, cariño y lealtad. ¿No les parece increíble esta evolución?

Foto: Pixabay

¿Todos los animales podrían ser domesticados? Pregunta difícil. Al menos los zorros sí pueden. ¿No nos creen? ¿A poco no han leído “El principito” (1943) de Antoine de Saint-Exupéry? El zorro, uno de los personajes de esta novela, le dice al principito que pueden jugar después de que lo domestique. “¿Qué significa domesticar?”, le pregunta el principito. El zorro le contesta: “Crear lazos. Si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo.” Dejando la literatura a un lado, les contamos de un interesantísimo caso de domesticación de zorros en la vida real.

Gracias a un experimento genético ruso nos vamos enterando que existen genes o grupos de genes que predisponen a una especie a la mansedumbre. Todo empezó en 1958, cuando la estudiante de posgrado Lyudmila Trut, bajo la dirección del biólogo Dmitri Belyaev, del Instituto de Citología y Genética, participaba en un experimento que buscaba recrear la evolución que convirtió en perros a los lobos, pero en zorros plateados. Más de medio siglo después, en una granja de las afueras de Novosibirsk, en el sur de Siberia, Trut y su equipo crían zorros domésticos. Estos zorros son el resultado de un programa de cría y domesticación gracias a este proceso: se selecciona a los zorros más mansos desde su nacimiento y se les separa de aquellos que son agresivos para que se reproduzcan entre ellos. Con este aparentemente sencillo método se ha conseguido criar zorros tan dóciles como un perro labrador.

Foto: Pixabay

A partir de la novena generación de zorros plateados domésticos, Trut y su equipo empezaron a registrar cambios genéticos increíbles y que parecían estar relacionados con la interacción humana: no sólo estos zorros mansos no temían a los humanos y buscaban formar un vínculo con ellos, sino que presentaban un menor tamaño que sus progenitores salvajes, orejas caídas, cola más erguida y curvada. Además, presentan un pelaje moteado o manchado. En contraste, los ejemplares salvajes suelen presentar un pelaje monocolor. Algunos de estos nuevos rasgos son propios de los cachorros. Esta apariencia joven y más tierna los vuelve más agradables a la mirada humana. ¿Saben qué más? Después de nueve generaciones de cría de zorros domésticos, los investigadores notaron que los ejemplares movían su cola por la presencia de un humano. ¡Algo que nunca se había visto en un zorro!

Estos resultados han llevado a Trut a especular que la docilidad está condicionada por un grupo de genes que vuelven susceptibles de domesticación a ciertas especies.

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@hzagal @karlapaola_ab

Héctor Zagal y Karla Aguilar, coautores de este artículo, conducen el programa de radio “El programa del Dr. Zagal”.